SCARS

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Paso las manos por su pecho. Lleno de tatuajes, de cicatrices, de marcas.

Suspiro con dolor, y continúo limpiando las heridas.

-No vuelvas a hacer tal gilipollez, Puddin'...

Le veo suspirar, agotado, para después asentir.

-Sé que no te gustan los patos...pero esa no es razón para ir golpeándolos con tu palo ese de metal.

Suelta un quejido infantil, y chasca la lengua.
Se intenta cruzar de brazos mostrando su desacuerdo con la situación, pero deshace inmediatamente la acción cuando una punzada de dolor invade su cuerpo.

-¿Qué querías que hiciera?, ¿eh?, ¡iban a morder a nuestra hija!

-Cariño...yo tenía a Hazel en brazos y Jerome estaba en los columpios. La que tu creías que era nuestra hija...en realidad era un arbusto.

Le veo fruncir el ceño.

-¿En serio?

Asiento a la par que le coloco las vendas.

-Te dije que esas pastillas me hacían mal, pastelito...

-Pero, Puddin', si no las tomaras, ¿qué sería de nuestra familia?

Le veo volver a suspirar, entrelazando sus dedos y cogiendo mis manos entre las suyas.

Juega durante unos minutos con nuestros anillos. Alternando la mirada entre ellos y yo.

-No tienes idea...de cuanto os quiero -Habla dulcemente.

Sonrío.

Acaricio su cara con ternura.

Por fin...por fin somos normales...

-¡Mamá, Jerome le ha vuelto a cortar el pico al pato del vecino! -exclama divertida nuestra hija. De fondo, se escuchan las carcajadas de Jerome.

-¡Ese es mi hijo! -exclama con orgullo y diversión Mr. J.

Yo solo sonrío.

Bueno, casi...normales.

A Beautiful MadnessWhere stories live. Discover now