TOOTHBRUSH

1.2K 76 6
                                    

Harley.
Dios.
Es tan odiosa.

"Puddin', ven"
"Mr. J, te extraño"
"Bien hecho, Mr. J"
"Qué ocurre Puddin'?"
"Te quiero, Puddin'"
"Lamento molestar, Mr. J"
"Mr. J..."
"Puddin'..."

Ahg!
La detesto.
La odio.

Estoy mejor sin ella.
Sí.
No la necesito.
Nunca la he necesitado, y no la necesito ahora.

Entro en la habitación, la cama está perfectamente hecha.
Me tiro encima de ella desaciéndola ante mi contacto.

Inhaló el aroma que automáticamente exprenden las sábanas.
Huele a ella, huele a Harley...

Mierda.
La odio.
Odio que huela a ella.
Odio que esté perfectamente hecha la cama, porque quiere decir que ella la tendió.

Me levanto. Esto no puede ser posible.

Paso las manos por mi pelo intentando calmarme.

La he echado, me da igual lo que le ocurra ahora.
No es problema mío ahora.
No es mi novia ahora.
Pero, estoy solo.
No lo estaba antes, pero sí ahora.
Estoy sin ella.

¡Maldita sea!

Frunzo el ceño al imaginármela acurrucada entre ese revoltijo de sábanas.

Sonrío.
Me auto golpeo.

Soy un gilipollas.
Un psicópata gilipollas.

Camino hacia el baño, apoyo las manos en el lavabo. Está lleno de su maquillaje.

Vuelvo a sonreír inconscientemente.

Alzo la mirada. Me veo en el reflejo.

Estoy ojeroso, despeinado, cansado, agotado, fatigado, mutilado, muerto por dentro. Como mierda quieras llamar mi estado de ánimo.

Golpeo el cristal, trozos salen dispersados. Sangre fluye de mis heridas.

Respiro agitadamente.

Bajo la mirada.

Hay un pequeño vaso negro con dos cepillos de dientes.

Dos.

No uno.

Dos.

Uno mío, el morado.

Otro rojo.

El suyo.

Ahogo un sollozo al verlos. Me llevo la mano ensangrentada a la boca, intentando no llorar como un niño perdido. Un niño que ha perdido su pastel de calabaza.

Un pastel de calabaza molesto, que es hermoso por dentro y por fuera.

Pero que no paras de preguntarte porque el mundo te ha puesto a tu lado tal pastel suculento y precioso, si no te lo mereces. Y niegas que te guste, cuando por dentro estas deseando probarlo y saborearlo. Porque te encanta, aunque te cueste admitirlo. No hay porqué negarlo.

Semanas antes

-¡Puddiiiiin'!

-¿Qué quieres, Harley? -pregunto poniendo los ojos en blanco.

Estoy trabajando en unos planos del próximo atraco.

-¿Puedo lavarme los dientes?

Frunzo el ceño. Esta chica es idiota. ¿Por qué sonrío ante su estúpida pregunta?

-Si eso te hace feliz... -respondo intentando restarle importancia.

-Es que...no tengo cepillo de dientes.

Mierda, olvidé que se lo había quitado para clavárselo en el ojo a ese tal Pete...bueno, ahora ya da igual.

-Entonces coje uno.

-¿Dónde puedo encontrar uno? -me pregunta con voz aniñada.

-¡¿Crees que yo lo sé?! ¡Hazle un favor a todos y vete al cuerno, tú y tu cepillo de dientes!

Veo como ahoga un sollozo.
Finjo que no me importa.

-Vale... -responde yéndose.

La puerta se cierra de un estruendoso portazo.

Suspiro, quizás nunca lo admita en público, pero se ve tan hermosa decepcionada.

Pasan las horas.

No vuelve.

¿Y si le ha pasado algo?
Mejor.

Se escucha el repiqueteo de las llaves. La puerta se abre.

Harley se ve rota, pero nada más verme sonríe.

-Ya volví, Puddin'.

-¿Es que te habías ido?

Su sonrisa se borra.
Baja la mirada con tristeza, mete la mano en la bolsa de plástico que lleva. Saca una caja rectangular, me la muestra.

-Conseguí el cepillo de dientes...-me informa con un pequeño entusiasmo.

-Bien -digo a la par que me doy la vuelta para irme.

-También te compré a ti uno...

Me vuelvo a girar..

-¿Comprastes...? -Mi ceño se frunce. ¿Por qué comprar si es más fácil robar?

-Sí, bueno, no. La verdad es que los robé, pero por el tuyo dejé la cantidad de dinero correspondiente... -responde temerosa de mi reacción.

Me extiende esa cajita rectangular. La tomo con brusquedad.

-Es morado, como tu color favorito. Lo compré porque pensé que hasta el villano más cruel de Gotham merece tener una bonita sonrisa. Más si ese villano es el Joker.

La miro a los ojos.
Ella sonríe randiante.

-Gracias... -susurro, realmente agradecido con esa pequeña muestra de afecto.

Carraspeo incómodo.
Me di la vuelta, y seguí con lo mío.

Actualidad

Me siento en el suelo. En mis manos se encuentran los dos cepillos de dientes.

Lloro. Después de tanto tiempo me permito llorar.

¿Pero qué he hecho...?
¿Cómo he podido ser tan estúpido?

¿Cómo he podido ser tan estúpido de echarla sin más?

¿Cómo no me había dado cuenta antes que que la quiero a mi lado?


A Beautiful MadnessWhere stories live. Discover now