—¿cómo sucedió? —me levanté.

—No pudiste soportar la presión —rió. Le iba a preguntar que era lo gracioso, pero al girarme a ella me dí cuenta que era Violett.

—¡Nena! —corrí a su camilla, pero al verla sosteniendo algo en las manos mis piernas fueron bajando la velocidad hasta que terminé caminando lo más lento posible—. ¿Sun-Sunshine? —pregunté con temor, Violett con una sonrisa en sus labios, asintió con la cabeza. Llegué a su lado y no pude dejar de observarla, era hermosa, había sacado las cualidades y particularidades de su madre. Tales como su color de piel, su nariz pequeña y respingada, sus gruesos labios y sus finas cejas. Era la viva imagen de Violett Hardy.

—Sacó tu sonrisa —ella rió mirandome. Solo pude pasar una mano por mi cabello, al menos algo debía sacar de mi persona—. Vamos, no seas tímido... tómala.

—Y-Yo... no creo que este listo —me preocupé, pero ella lentamente fue pasandomela hasta que estuvo entre mis manos y las palabras se me esfumaron—. Dios mio, la amo —reí como estúpido—. Hola corazón —sonreí al ver como levantaba sus pequeños párpados—. Soy papi —enrolló sus deditos en mi dedo índice—. Hey, tiene fuerza... auchhice una mueca y Vi rió, incluso la pequeña también lo hizo—. Ahora estamos juntos mi amor, ya no habrá distancia entre nosotros —mis ojos ardían como un demonio—. No, no la hay —hice una voz más aguda haciendo que sus ojitos se llenaran de felicidad. De un momento a otro levantó su palma y pude entender que debía colocar la mía junto a la suya, era algo maravilloso y único.

—Que bueno que despertó, señor Lopez —escuché una voz masculina desde la entrada.

—¿Eh? —miré y era el médico—. Si.

—Que bueno —se acercó, pero le entregué mi hija a Violett. Si es que él quería conversar—. Les tengo una noticia buena y una mala, ¿cuál quieren escuchar?

—Odio esas palabras —mascullé, pero ninguno me escuchó—. Comience por donde encuentre adecuado.

—Bien —apretó los labios meditándolo—. Sunshine tendrá que quedarse unos días aquí, ya que es prematura y lo más recomendable es dejarla en una encubadora para analizar si se encuentra bien —enfatizó con movimientos de manos—. Y señorita, lo recomendable para usted también es quedarse unos días más. Pero si necesita hacer algo más, puede marcharse..

—No pondría en juego mi salud.

—Lo digo, porque se han visto casos así.

—Entiendo —acortó sus palabras.

—Eso seria todo —sonrió—. Llamaré a Beth para que esté pendiente de usted y de la bebe.

—Gracias —respondió cortésmente y el médico abandonó la habitación.

—¿Dejarás qué me marche solo a casa? —hice puchero acercandome a ella—. No quiero estar solo nunca más en ese lugar.

—No quiero dejar a Sunshine en otras manos que no sean las mías —besó su frente al verla dormida—. Me quedaré un día, no me siento muy bien después de lo sucedido hace unas horas.

—Lo siento.

—¿Por qué?

—Por no haber servido mucho de apoyo —hice un mohín—. Me perdí el mejor momento.

—El mejor momento es aquí y ahora —sonrió con dulzura. Amaba a ésta mujer, era la más perfecta de todas.

—Me gusta como suena eso —me acerqué y besé sus labios. Todo era tan mágico, aunque suene infantil y muy femenino pero aquella mujer hacia que hasta a mi me saliera ese lado marica antinatural.

Breaking Down ✧ SR. » II «Where stories live. Discover now