Desliz.

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Capitulo 5.

La noche fue una agonía, el dolor fue infernal, no podía girarme como quería porque ese estúpido bulto me estorbaba. Colby trató de ayudarme pero hacía que me molestara aún más. Así que al final dormí muy poco y ahora me encontraba tomando un café a las seis de la mañana viendo como el sol subía lentamente hasta posicionarse.

Mi rabia estaba tan concentrada en odiar esa imperfección que no me había dado cuenta que unos quejidos estaban saliendo del cuarto donde se encontraba Colby. Sin pensarlo más, subí lentamente las escaleras, pero él no estaba en el cuarto así que seguí escuchando los quejidos y provenían del baño, me asomé con lentitud y él estaba apoyado en en suelo.

—¿Qué sucede? —me agaché a su altura, estaba pálido.

—De repente tuve náuseas.

—Ha de ser por algo que comiste —lo ayudé a levantarse, Colby humedeció sus labios y se dirigió al cuarto otra vez—. ¿No quieres que te traiga algo? —acaricié su pecho cuando se volvió a acostar, se veía pésimo.

—Solo tu trasero de vuelta a la cama —me jaló un poco.

—Tengo una taza de café esperándome junto a la ventana.

—Puede esperar —se movió con tanta agilidad que en un simple pestañear ya me encontraba a su lado cubierta por las mantas y de sus brazos—. Sé que esa cosa te molesta, pero no te enfades.

—No le llames cosa a mi ojo —respondí amenazante, él rió y comenzó a dejar besos por todo mi cuello. Sabía a donde iba todo esto—. ¿Seguro que quieres hacerlo? No quiero que vuelvan tus náuseas y te desahoges encima de mi —lo miré.

—Estoy bien, cielo —me aprisionó contra la cama mientras tomaba uno de mis muslos y lo separaba para tener más accesibilidad. Sentir su intimidad chocar contra la mía hacia que algo en mi se retorciera con desesperación—. Si no te sientes lista, podemos dejarlo para otro día.

—No —le respondí luego de un rato, él era el único que me hacia sentir querida y eso era lo que necesitaba ahora—. Estoy bien —acaricié su mejilla, Colby se dedicó a mirarme por varios minutos, al igual que yo. De repente, su rostro cambio y se paró rápidamente para correr lejos—. Te lo dije —reí y miré el celular debajo de su almohada, iban a ser las siete y como no tenía sueño se me ocurrió ir a jugar con su PlayStation, pero antes le iba a preparar un té por si bajaba y tenía su estómago vacío.
Estaba en eso, cuando mi celular sonó desde el comedor, fui corriendo y lo tomé.

—Hey —saludé, era Evelyn.

—¿Cómo te encuentras? —preguntó angustiada.

—El apodo de "púrpura" se lo ha ganado mi ojo —suspiré volviendo a la cocina mientras dejaba que la consola se encendiera.

—¿Qué te dio el médico?

—Unos medicamentos, Colby fue a comprarlos anoche —miré sobre la mesa donde se encontraban, eso me hizo recordar que debía tomarlos. Apoyé el aparato entre mi oreja y mi hombro y me serví un poco de agua—. Pero yo no he visto cambio.

—No esperes que haga magia, no todo es tan sencillo.

—Pero yo quiero golpear —hice un berrinche en broma y llevé la pastilla a mis boca.

—Tranquila cavernícola, todo llega a su tiempo —rió—. Pero hay alguien aquí que también quiere hacer lo mismo...

—¿Esta Joe ahí?

—No, pero ayer estaba enfurecido y tal vez hoy quiera hablar contigo.

—No iré —chasqueé la lengua terminando de preparar el té—. Cuando llegue dile que venga para acá y así tal vez podamos conversar.

Breaking Down ✧ SR. » II «Donde viven las historias. Descúbrelo ahora