Especial; You're my true beginning

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Me apoyé suavemente del hombro de Roman, para así tener una postura cómoda de la escena de la pelinegra al tomar aire mientras se apoyaba de los antebrazos de la gemela Bella.

—No puedo con esto Brie...—Hizo una pausa, reuniendo fuerzas para continuar.—Todo esto de la boda, la gente...no es lo mío. Siento como si me fuera a desmayar en cualquier momento. 

—Nervios de novia. Tienes que calmarte, no puedes dar vuelta atrás ahora. 

—¡Sé que no!—Exclamó, nuevamente perdiendo lo poco de tranquilidad que tenía.—¡Pero no puedo! ¡Siento que lo arruinaré todo!

—Paige...

—¡Soy una completa inútil, Brie! ¡No...! ¡No debería estar aquí siquiera! 

Ella respiraba de forma temblorosa, incluso logrando que los mechones en su desordenado moño comenzaran a caer y no parecía importarle. 

—¿Crees que explote?—Murmuró con una mueca el moreno junto a mí. 

—Yep...—Fruncí mis labios, para a continuación mirarle.—Cinco dolares a que pierde la cabeza en menos de un minuto. 

Rome volteó sus ojos con sarcasmo, tan solo encogiéndome de hombro ante su notable regaño. 

De repente, como si toda la calma que a Paige le quedaba se hiciera cenizas, había caminado a pisotones hasta una de las mesas de aperitivos para la novia. Lo que no nos esperamos fue que esta gruñera algunas cosas entre dientes y, tras un arranque de ira, agarrara un pastel y lo lanzara hacia la ventana. 

Brie dio un saltito sobre sus tacones rojos, mientras que no sabía si reírme o pasar por algo el hecho de que el pastel nos había atravesado por completo y estrellado contra las cortinas a nuestras espaldas. 

La crema batida se deslizó hasta el suelo, junto con aquel bizcocho de vainilla hasta convertirse en un desperdicio. 

—Auch. Me debes cinco dólares, primor—Roman solo rodó los ojos.

Me coloqué de cuclillas junto al destrozado pastel, acercando mi mano a este y disponiéndome a tomar un poco de la crema batida. 

No pude evitar fruncir el ceño cuando mis dedos traspasaron fácilmente el montículo blanco, volviendo a intentarlo una y otra vez para conseguir el mismo resultado. 

—¡No me jodan! ¡No puedo creer que no pueda tocar esto al menos!—Exclamé, poniéndome de pie molesto. 

El samoano me dio una mirada, para luego imitar mis acciones e intentarlo también. Me sentí sumamente mal cuando él consiguió mi cometido inicial y se llevó un poco de crema batida gustoso a la boca. 

—Tal parece que eres el único, lunático—Se burló, mirándole con mi mandíbula apretada.

Él llevaba mucho menos tiempo en esto que yo, por lo que parece que el destino me odiaba y todavía lo dejaba hacer ese tipo de cosas. 

Una sonrisa comenzó a danzar en mis labios antes fruncidos, mirándole con la misma y una mueca victoriosa.

Sin escrúpulo alguno, acerqué mi mano hasta su trasero y le di un fuerte apretón a una de las mejillas de su culo.

—Al menos puedo agarrar esto. 

Roman me miró alarmado, solo me encogí de hombros y casi pude ver un rubor en su rostro cuando se cubrió este con una de sus manos y un negar de cabeza. 

Pero todo rastro de diversión en mi rostro se vio interrumpido al ver a la pelinegra novia de Seth perdiendo la cabeza luego de haber hecho eso, respirando agitada y dejándose caer hasta el cerámico a sus pies. 

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