Seis sangriento

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La madrugada parecía un buen momento para entrenar, o al menos para el entrenador del equipo de fútbol Americano del equipo local. El sol ni siquiera había asomado sus rayos por el oscuro cielo, y los atletas  ya sudaban toda su artillería. Como todos sabían, la disputa por un lugar en las competencias nacionales de acercaba y por primera vez en toda su historia, el equipo estaba cerca de lograr un lugar.  

Los once jugadores parecían complacidos con el entrenamiento que el asistente había planeado para la ocasión. No tenían planes adicionales a ganar el campeonato.  A pesar de contar con pocas horas para debutar en la final, todos  yacían tranquilos como de costumbre.

Correr 240 metros no parecía una distancia prudente para el líder de campo pues quería que sus compañeros se esforzaran al máximo en la oportunidad que se les presentaba. Una vez finalizado el entrenamiento, todos caminaron hacia las duchas agotados por el esfuerzo ejercido. El entrenador y el asistente se habían marchado minutos atrás con la finalidad de terminar con los detalles de la celebración que en horas posteriores tendría lugar. 

Las duchas normalmente poseían agua caliente y un cubículo para cada uno de los integrantes del equipo. Contaba además con dos puertas, una delantera y una trasera las cuales siempre se encontraban abiertas, pero no ese día.   Antes de refrescarse un poco, el capitán (Michael Books) realizaba una especie de ritual personal, donde cada uno agradecía por lo recibido a lo largo del día. Las palabras se oyeron fuertemente por todo el lugar, situando el ruido de las duchas en un segundo plano.

El vapor cubrió la escena, todos se encontraban sumidos en sus propios asuntos. Mientras nadie se percataba de lo que sucedía, una sombra se paseaba de un lado al otro asegurando las puertas , dejando sin oportunidad de escape o ingreso a cualquier alma.  Cuando al lugar no le cabía más vapor, todos notaron lo inevitable, las puertas estaban cerradas.

La sensación de asfixia no se hizo esperar, quienes no pudieron aguantar el encierro perdieron el conocimiento en cuestión de segundos. Mientras uno a uno iban cayendo, fuertes pisotones sobresalían en el espesor.  Solo seis jugadores yacían conscientes con la urgente necesidad de escapar de allí.  Se juntaron en lo que parecía ser un óvalo deforme, evaluaron las probabilidades de salir con vida reduciéndolas  a un 1.5% siendo ese número un verdadero milagro; sabían que no estaban solos, que alguien allí aguardaba por ellos y que si no hacían algo rápido iban a perder la batalla, ese sería su juego final. 

Decidieron entonces, dividirse tácticamente en parejas.  Todos prácticamente  se encontraban a ciegas, a la espera de un milagro. Un sonido ensordecedor paralizó a la mayoría por lo que comenzaron a llamarse unos a otros.

  — ¿Matt?

— Aquí

— Michael...

— Aquí

 — Daemon

  — ...

—   Jeven

  — Aquí

— ¿Evan? ¿Mattews?

  — ...

Un lago de sangre llegó hasta sus pies, junto con un hedor detestable.  Habían muerto tres de ellos, y lo sabían. Michael Books figuraba entre los tres que ahora luchaban por su vida, era el más estratégico pero ahora se encontraba en un momento intenso por el pánico. Una figura oscura se aproximó a su ubicación , sostenía en su mano lo que parecía ser una varilla bañada en sangre.

Tomó a Michael y lo arrastró por el lugar, lo golpeó intensamente en la cabeza, la varilla fue insertada una y otra vez en su vientre como si se tratara de una carnicería. Books solo pudo pegar un grito de espanto ante el dolor antes de perder el conocimiento. Sus compañeros trataban de escapar, pero también fueron alcanzados.  La figura los haló del brazo tan fuertemente que sintieron como el dolor los embargaba, su brazo ya no estaba en el lugar que debía encontrase. Una vez los tuvo a los dos en el mismo lugar, la figura que ahora poseía rasgos más humanos a causa del desvanecimiento del vapor ; los impactó una y otra vez con la varilla uniéndolos de los brazos repetidamente.

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OFICINA DE DETECTIVES   7:40 AM

Marck decidió comenzar desde cero, como debía ser. Ya no confiaba en nadie, ni en su propia hija. Se había encerrado en una burbuja que solo la desconfianza mantenía viva. Contaba con tres cosas a su favor: El mapa con (por ahora) un punto verde, el extraño testimonio que esperaba obtener de su agente en la inexplicable escena sucedida noches atrás y una profunda sospecha que, según él, lo conducía al sujeto.

En el pasado Marck había sido un reconocido psiquiatra, pero había perdido su fama por causales que él mismo desconocía. Su hija se había negado rotundamente a contarle lo que había sucedido, pues ella no lo recordaba muy bien y lo poco que se encontraba fresco en su memoria, parecía bastante alocado para ser real. Marck había perdido esa parte de su vida, luego de un accidente en medio de un enfrentamiento con un psicópata en una tienda local.

Por extrañas razones Marck sentía que la respuesta estaba en aquella situación, que aunque parecía estar desconectada completamente, allí también estaría la respuesta.  

Una sospecha lo punzaba una y otra vez, recuerda no haber podido comunicarse con ella en uno de los homicidios, recuerda que ella parecía extraña al interrogarlo en otra escena, recuerda además que ella siempre estaba presente, no siempre físicamente pero si de alguna manera, ella siempre había estado ahí, su hija siempre había estado presente en el caso, y el apenas lo había notado.

Su hija era ahora, su principal sospechosa.



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Holaaaaaaa, regresé. Sé que no subí capítulo en mucho tiempo, si les gusta voten, también me gustaría saber qué opinan hasta ahora de la historia...¡comenten! . Ahora si, solo quería disculparme y contarles que próximamente estaré realizando lo que parece ser un concurso...¡PENDIENTES!

Nos leemos luego...


VeintitrésWhere stories live. Discover now