UNO,PRIMERA VÍCTIMA

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Los árboles se agitaban apresuradamente contra su rostro, las ramas proyectaban una sombra siniestra en el suelo que solo se veía opacada por la impactante luz lunar. El camino de hojas  se volvía inquieto por el soplar del aire, sus pasos precipitados solo podían compararse con el choque de las ramas. Tenía miedo, sentía que él la estaba observando, que él estaba allí esperándola, una sensación trémula la embargó de pies a cabeza, la angustia le impedía avanzar y se convertía en su enemiga. El paisaje era el espectador de toda la escena, unas enormes zancadas comenzaron a aproximarse en su dirección, el eco que producían la confundían y la estremecían. Sus ojos se limitaron a observar hacia atrás, nada, solo divagaba la niebla; en sus costados solo habían musgos y de frente continuaba su camino. Decidió seguir con su recorrido esperando llegar a su destino, no podía pensar en nada, su mente estaba cegada por el miedo. La adrenalina fluía rápidamente por su cuerpo, podía distinguir  su hogar desde el espesor del lugar, una leve sensación de gozo apareció en ella. Sentía que la angustia por primera vez desaparecía y comenzaba a pensar que quizás todo había sido una cruel mentira.

Notó que uno de sus zapatos tenía desatada la agujeta, se detuvo en medio del camino, se agachó y tomó su tiempo para ponerla nuevamente como debía estar.Su celular timbró, un nuevo mensaje había llegado a su buzón. Tenía miedo de fijarse en su teléfono, quería salir de allí los más pronto posible.Sin embargo, un impulso inesperado la llevó a tomarlo.Sacó el celular de su bolsillo, y como un fuerte golpe en el corazón leyó el estremecedor mensaje que había llegado "asegúrate de amarrar bien ese zapato, o no podrás correr." Una respiración jadeante fue su única respuesta, estaba sobresaltada y horrorizada, observó el suelo, una enorme y fornida sombra estaba a su lado, y entonces sucedió. Una fuerte mano tomó su rostro, la acorraló por toda la senda y la golpeó contra el suelo una y otra vez. Sus pies estaban destrozados y debilitados. Primero  una punzada, otra punzada y  luego otra punzada. Las heridas le escocían infernalmente, de nuevo unas frías manos comenzaron a doblar sus extremidades, el dolor era impetuoso, ya no sentía sus dedos, y tampoco podía asegurarse de que estuvieran en su lugar. Intentó correr, alejarse de aquel ser maligno pero le era imposible, el mediano objeto que sujetaba la gélida mano se encarnaba una y otra vez en su cuerpo, una extenso charco de sangre invadió la escena, unos enormes ojos azules se postraron en los suyos mostrando el reflejo de una daga a punto de terminar con su víctima,  todo se  consumió y la imagen se volvió negra para ella.

VeintitrésWhere stories live. Discover now