Capítulo 47

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Anastasia


¡Mía! —susurra con la voz ronca. Su mano aprieta la mía mientras sus ojos me miran con temor. Reprimo las lágrimas —¿Qué es lo que quieres? —Espeta con la mandíbula tensa. 

—¿Qué pasa, Christian? —pregunto nerviosa e impaciente. 

Desvía la mirada de mis ojos hacia Taylor. 

—Detén el auto —Taylor niega con seguridad. Continúa en línea, mis ojos van al Cristal de su ventana donde una camioneta negra avanza a nuestro paso. Miro a Christian con pánico y descubro sus ojos oscurecidos en el cristal de mi ventana. Mis manos tiemblan al ver otra camioneta que nos escolta. —¡Nena! —Su voz la escucho lejana. Observo aquel vehículo con pánico sabiendo perfectamente que no pertenece a nuestro equipo de protección. —¡Nena, mírame! —Me toma de la barbilla y me obliga a mirarlo. Infinidades de lágrimas descienden por mis mejillas. —Estaré contigo, amor, no te dejare sola en esto. —Pega su frente con la mía. Siento su mano acariciar mi vientre. Un nudo se instala en mi garganta al escuchar un sollozo casi inaudible salir de sus deliciosos labios. —Te amo, pequeño. Aun sin conocerte te amo. —Llevo mis manos a su cuello y lo abrazo. —Te amo, princesa. —Me abraza. Siento una de sus lágrimas mojar mi cuello. Por mas que lo niegue sus palabras han sonado a una despedida que me niego a tener.

—También te amo, Christian —susurro con la voz rota por completo. 

—Señor —llama Taylor. Le pasa su teléfono y lee algo. Me mira y suspira profundamente. —Su teléfono y el de la señorita Steele están intervenidos. Por eso lo ha enviado al mío. —Christian lee y cada vez la angustia en su mirada se intensifica. Sé que que me esconde las palabras feas que ha dicho ese monstruo, intenta transmitirme calma, pero sus lágrimas me dejan claro que el final no es el que el espera. Sus lágrimas son de dolor y pánico, se siente perdido y de igual manera siente que me perderá a mi.  

—¿Quién es? —pregunto perdiendo la paciencia. No puedo creer que esté en esta situación. Hace prácticamente tres años que salimos de Colombia evitandolo y ahora estamos en las mismas. Acechados por un jodido loco que no se conforma con haber intentado matar a mi madre y tiene secuestrado a mi padre sin saber si sigue con vida, que es lo que deseo. 

—El oficial Clark, nos ha estado siguiendo y seremos la carnada para detener a Hyde —escupe cada palabra con sorna. —Por su bien espero que esto funcione porque si quedó con vida y Hyde escapa lo mataré con mis propias manos. —Trago saliva con dificultad al no sentir la calma que debería a sus palabras. —Dile a los chicos que se mantengan a distancia, que no hagan nada imprudente. Dejemos que Hyde nos escolte a donde tiene a mi hermana. —La imagen de Mía en peligro llega a mi erizando cada vello de mi piel. La culpa se abre paso ya que inocentes están envueltos en algo que no les corresponde. Muy en el fondo sabía que esto podía pasar, debí imaginarlo al ver como mi padre incrementaba las medidas de seguridad. 

¡Mi padre! 

¿Estará con vida?

Por Dios espero que si, perderlo es perder una parte inmensa de mi pecho. Aunque no lleve mi sangre lo amo como si lo fuera y me dolería mucho que termine sus días de esta manera. 

Aíslo el sonido y me centro en el lugar por donde vamos. Estamos saliendo de la ciudad y ese hecho evapora la poca esperanza de poder salvar a Mía y nosotros mismos. 

Salimos de la autopista para entrar en una calle poco transitada. Extensas hectáreas de terrenos se esparcen haciendo mi agonía más intensa. Manteniendo mi cuerpo expectante a cualquier movimiento que pueda poner en peligro la vida de Christian.

Una historia sin fin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora