10:31 am

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Finalmente el escandaloso grito del timbre se hizo presente en todos los rincones de la escuela, como si a gritos me dijera "Despierta! No es un sueño!"
Haciendo que mi corazón latiera a la velocidad de la luz, pues anunciaba que mi tiempo se había terminado.
Me levanté de mi asiento, las piernas me temblaban incontrolablemente.
Lentamente salí del salón, como si caminando más lento el tiempo fuera a detenerse.
Crucé el patio sin poner atención a quien pasaba o me saludaba, lista para lo peor.
Finalmente llegué al lugar donde estaba destinada a perderlo y como era de esperarse, llegó un poco más tarde.
Me saludó sin hacer contacto visual, su mirada vacía lo decía todo.
Me pidió que me sentara en el piso junto a el, soltó un largo suspiro y mirando hacia el frente comenzó a decir: "Quiero agradecerte por todo..."
En ese momento la realidad cayó sobre mis hombros de un solo golpe.
Y mientras continuaba hablando, yo solo lo miraba detalladamente, analizando por última vez las facciones que yo había aprendido amar.
De pronto lágrimas se escapaban de sus ojos, una tras otra sin parar.
El tono rojizo que su piel había adquirido resaltaba el inolvidable color de sus ojos y por primera vez no pude descifrar su mirada.
Por fin se dignó a responder mi pregunta, decepcionándome una vez más: "Solo dejé de sentirlo, no eres tu. No sé que me pasa."
Dijo.
Tal vez era culpa lo que se escondía en su mirada... Sí, eso tenía que ser.
Pues no tardó en mencionar que ya llevaba tiempo hablando con alguien más.
Siendo honesta, no me sorprendió la confesión. En realidad hasta me sentí tonta por no haberlo visto venir siendo algo tan típico de él.
Siguió hablando entre sollozos, la respiración se le cortaba, ocasionando silencios incómodos.
Verlo así me destrozaba, aún cuando era él quien se iba, aún cuando todo dentro de mí estaba hecho pedazos, yo lo consolaba patéticamente, diciéndole que todo iba a estar bien conmigo y que no podía odiarlo por no quererme como me hubiera gustado, sin darme cuenta de la manera en la que estaba siendo manipulada.
Llegó mi momento de hablar, le agradecí por su tiempo, por la oportunidad de haber sido parte de alguien así de maravilloso como él y automáticamente empezaron a resbalar lágrimas de mis ojos. Después de todo, había sido mi primer amor, no era fácil decir adiós a todos nuestros recuerdos.
Lo tomé de la mano y me apretó con fuerza, sequé sus lágrimas y le pedí el último beso.
Pasó, esa fue la última vez que estuve tan cerca de él, después de eso, todo es solo ruido.
Nos quedamos en silencio, él seguía con su llanto.
Qué irónico.
Le pedí que no fuera cínico o hipócrita, después de todo que era él quien se iba, no yo. Era él quien decidía dejarme atrás.
Solo asintió, eso parecía ser su respuesta para todo.
De pronto dejé de tener dudas, el timbre sonó una vez más, indicando que era hora de decir el "adiós" definitivo.
Me levanté y me siguió, nos abrazamos y me pidió perdón. Yo solo asentí y lo vi alejarse poco a poco.
Recordé como dos días atrás, él había pronunciado un "te amo" al despedirse de mí y sentí como si algo en mi hubiera explotado.
Era hora de deshacerme de sus mentiras porque ni siquiera merecían ser llamados recuerdos.
Ahora me daba cuenta de la clase de persona que era. De cómo mis amigos me lo habían advertido una y otra vez.
Me empecé a dar cuenta de toda la verdad.
Nunca me quizo y mucho menos me amó.
Siempre era yo quien se esforzaba por hacer todo funcionar, era yo quien vivía con el constante miedo a que se fuera a aburrir de mí y me dejara. Siempre queriendo lo mejor para él, esforzándome por ser lo mejor aunque sabía que no era así.
Haciéndome sentir cada vez más insegura, más pequeña, cuando debía de hacer todo lo contrario.
Yo misma me engañé, poniendo excusa tras excusa para explicar sus comportamientos irracionales.
Fui yo quien construyó una idea perfecta de él y al terminarse el amor, pude ver finalmente lo equivocada que estaba.
No pude evitar sentirme estúpida, ya ni siquiera me dolía su partida, después de todo no tenía sentido sufrir por alguien que jamás me quizo. Estaba furiosa conmigo misma, por creerme sus  mentiras, por volver a él e ignorar lo tóxico que era, por dejarme manipular, por enamorarme de alguien tan impredecible, impulsivo y destructivo.
Realmente la tonta no era yo, era él, por dejar atrás a alguien que a pesar de estar en pedazos, lo amaba con cada uno de ellos por alguien que parece que todos menos él sabemos para qué lo quiere.
Y espero le haya quedado claro que mi amor era a prueba de balas pero al final fue él quien disparó.
Yo misma me había convencido de que él era la mejor parte de mi, pero ahora me doy cuenta de que en realidad la mejor parte de mí es la que sigue firme y de pie aun cuando intentó destruirme una y otra vez.
Por supuesto, decidí que esta sería la última vez que iba a dejar que él o cualquier otra persona me pisoteara de esta manera. Desde ese día no volví a ser la misma.

Crónicas de un corazón rotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora