Arco 2. Florecer: Improvisado

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*

Sakura abrió los ojos cuando escucho voces en susurros. Intento concentrarse para saber que decían, pero era imposible, tan bajo y con unos altos, era como si estuvieran discutiendo. Busco a los lados y encontró el pedazo de metal, que arrancó de la base del futón, lo tomó entre sus manos con fuerza, sin importarle lastimarse. Lo único que pasaba por su mente era que tenía una oportunidad para escapar, solo necesitaba que la puerta se abriera.

La peli-rosa se enderezo en el futón, su postura era endeble, se sentía debilitada, no sabía cuánto tiempo paso, pero estaba consciente que tenía un sello en su chackra, como también que tenía hambre, se sentía como que hubiera pasado mucho tiempo al último bocado que comió.

Al notar una línea de luz de una de las puertas se levantó y se ubicó cerca, sosteniendo aquel trozo de metal. Y cuando la puerta empezó a hacerse visible, dejándola notar el marco de luz, hasta que se abrió completamente. El cuerpo de Sakura actuó por su cuenta y cuando pudo reaccionar racionalmente miró hacía el piso y contuvo la respiración, a sus pies estaba el cuerpo de un hombre; le había clavado el trozo de metal en la yugular con una precisión que la asustaba. Con inseguridad se acercó al cuerpo que se contorsionaba en leves espasmos, y busco alguna otra arma que pudiera ayudarla. En su mente solo estaba que necesitaba escapar de allí.

Con un kunai en la mano y lo que parecía ser un fuerte sedante, salió de aquel cuarto. Lo que la siguió fue un largo pacillo pobremente iluminado. Con un rápido vistazo, Sakura se dio cuenta que estaban al parecer bajo tierra y que las otras celdas, como la suya, eran difíciles de diferenciar. A paso lento y con los sentidos agudos empezó caminar, decidiendo ir hacia la derecha que era por donde se sentía correr el aire.

Su superficial respiración se cortó cuando escuchó el sonido de pasos. Sintiéndose como cuando estaba en la academia, Sakura miro hacia los lados, rezando interiormente porque alguien la ayudara, tenía miedo, sin Chackra era tan inútil. Con pensamiento rápido miro hacia los lados, cada vez estaba más cerca, hasta que encontró una de esas celdas desocupada, en la que podía entrar. Se dirigió a esta y entró entrecerrando la puerta y observando por la abertura fijamente, con el kunai firmemente sujeto.

Sakura abrió los ojos enormemente al distinguir las figuras. Hiroshi estaba siendo llevado por dos hombres, quienes tenían unos extraños atuendos a conjunto con tatuajes en sus brazos, cuello y no sabía dónde más. Casi que, hiperventilando, Sakura estudió sus posibilidades, si Hiroshi estaba aquí y en esas condiciones, realmente todo estaba mal; ella en esos momentos podría irse, pedir ayuda a la aldea, pero sabía que cuando esta llegara quizá su nuevo tutor estaría muerto. Pero también, tenía miedo, pues si ellos habían atrapado a alguien como Hiroshi, con su experiencia al ser un capitán anbu ¿qué podía hacer ella? Una shinobi en entrenamiento sin chackra.

Sopeso sus posibilidades. Un recuerdo llego a su mente:

Tres jóvenes shinobis se encontraban en un campo de entrenamiento. Uno estaba atado en un tronco, mientras los otros dos estaban sentados a sus lados. Frente a ellos había dos bentos con comida. Los tres chicos estaban hambrientos, llevaban horas sin probar bocado y agotando sus fuerzas.

Frente a ellos estaba un hombre de cabellos plateados, una máscara cubría casi la totalidad de su rostro y portaba un traje de Jounnin. – Hm sus estómagos hacen mucho ruido, eso es muy malo. – su voz bailaba entre la seriedad y la burla – ah, por cierto. Con respecto a este ejercicio he decidido no regresar a ninguno de ustedes a la academia.

Los tres aprendices estaban sorprendidos - ¿Qué? ¿pase? Pero si todo lo que hice fue desmayarme. ¿Va a darme puntos por eso? – Expreso la chica con incredulidad.

Mi Vida Con AkatsukiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora