Arco 1. Konoha: La Prueba De La Hokage I

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- Como la odio ¡Maldita Anciana! - Se oyó el bramido desde el interior del bosque prohibido, mientras desde las lejanías se podía observar la bandada de aves huir despavoridas, generando un espectáculo para los pocos shinobis y aldeanos que recorrían las calles de la villa.

Sakura saltaba de rama en rama, esquivando los obstáculos; su rostro estaba rojo por el esfuerzo y su corazón desbocado, con adrenalina liquida recorriendo sus venas. Giro por completo su cuerpo, sin dejar de saltar, y solo pudo ocultar un jadeo ante la gran cantidad de serpientes de todos los tamaños, que la seguían desde el suelo, las ramas y copas de los árboles.

Respiro profundo y con manos agiles saco un kunai explosivo el cual lanzo hacía el enorme reptil, quien era el que comandaba a su parecer. Por un momento todo se mantuvo estático y Sakura pudo seguir la trayectoria, el cortar del viento y el zumbido de sus oídos de la cuchilla. Fue unos segundos antes de que este hiciera contacto con la enorme bestia que Sakura salto del árbol con toda su fuerza a fin de alejarse lo más posible y sus brazos cubrieron en forma de cruz su cara. Más fue en vano, termino chocando contra una hilera de árboles, destruyéndolos en el proceso, ante la enorme ola expansiva que se generó.

Cuando abrió los ojos, estaba aturdida y había fuego a su alrededor. Enormes llamas consumían el bosque, pero sin importar aquello, ni el dolor en su cuerpo, se levantó, tambaleando hasta estabilizarse para empezar a andar, sosteniéndose de los troncos, alejándose de las llamaradas con una sonrisa en su rostro: Ya solo faltaba uno.

Realmente no fue fácil recolectar los pergaminos, los tres últimos fueron especialmente agotadores, desde una prueba tipo examen regulada por un amargado Jounin, el acceder a lugares realmente mortales si cometía un solo error, donde fue necesaria su astucia, concentración y sagacidad; y luego, estaba el arrebatarle a una enorme anaconda el pergamino de su nido. Si, la Hokage se había pasado de calidad con esas pruebas de mierda.

Solo pudo dar unos cuantos pasos antes de caer de rodillas y empezar a toser sofocada por el humo. Estaba agotada, su chackra mínimo y su cuerpo dolorido, lleno de suciedad, sangre seca, raspones y moretones. Sentía que no podía más, ya no.

- "Cerezo" -.

Escucho una voz dulce y suave envolverla, adormeciendo sus sentidos y calmando su errático estado. Pero a pesar de que miraba hacía los alrededores no podía encontrar nada ni nadie, solo naturaleza siendo consumida.

- "Cerezo" -.

- ¿Quién? – logró formular. Tenía la garganta seca.

- "Cerezo, ¿ya no me recuerdas?" – en aquella voz, Sakura pudo notar tristeza, pero también esperanza.

- ¿Quién eres? –

- "Cierra los ojos Cerezo y ven aquí. Ven conmigo" – y Sakura confió en aquella voz, sentía que debía hacerlo, pues se sentía a salvo, como en hogar con ella.

*

- ¡Estas aquí! – Sakura abrió los ojos de golpe, dándose cuenta de que no estaba en aquel bosque. El paisaje había cambiado por completo. Había árboles de cerezo, plantaciones de lirios y otras hermosas flores alrededor; una cascada que desembocaba en un arroyo de agua cristalina que se perdía en la lejanía.

La Haruno abrumada por la belleza del lugar camino algunos pasos, respirando profundo el aire limpio y como mentolado que parecía darle nueva vida a sus pulmones. Cerro los ojos maravilla con las sensaciones, pero al abrirlos quedo en blanco y confundida. Frente a ella había lo que parecía ser una réplica suya, aunque tenía algunas diferencias como la madurez en su mirada, la profundidad en sus ojos y principalmente su vestimenta, parecía antigua, de otras épocas; un traje de batalla compuesto por un kimono blanco adornado por finas flores de cerezo y encima una armadura en tonos más fuertes que los pétalos. Se veía hermosa y etérea.

Mi Vida Con AkatsukiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora