Capítulo 16

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Capítulo 16


Antonella

Los ronquidos de Solcito no son impedimento para soñar despierta, y sonreír al recordar todo lo que he vivido últimamente. Soy consciente que es peligrosa mi aventura, pero estar con Diego, es lo único que me hace sentir viva, pues está locura es como una luz que crece dentro de mí.

He decidido ser valiente, y me he levantado más temprano de lo normal para dejar la cena preparada, pues me quedaré hasta tarde en el colegio, y así finalizar los ensayos de la fiesta que está por realizarse. Mi excusa, que obviamente no es válida para Bruno, es que Cinnia no estará durante esta semana en la cuidad, y yo, como su mejor amiga y maestra, debo quedarme a supervisar que todo esté bien en el colegio, y en último lugar, quizás ver Diego.

«Todo por Cinnia»

Al entrar al salón veo a Marcus sentado en su pupitre, causándome curiosidad, porque aun sabiendo que él siempre llega adelantado, puedo asegurar que es más temprano de lo habitual.

«No veré a Diego»

—Buenos días, Marcus —saludo—. Has llegado temprano hoy.

El pequeño me mira y luego se levanta de su asiento, con el solo propósito de abrazarme, un gesto que me deja sorprendida, sin embargo, no es impedimento para tomar con cariño su cálido recibimiento.

—Mi papá ha tenido que dejarme más temprano, porque tiene que operar a una mujer —asegura, volviendo a su mesa de trabajo.

Me quedo contemplando al niño, sin poder entender porque su madre es tan fría con él. Aquí en el colegio es un chico tranquilo, amistoso y ordenado, un pequeño lleno de cualidades, las cuales dudo que desaparezcan al llegar a casa.

—No hay problema en que llegues temprano, aquí serás bien cuidado..., claro, si es que no te molesta levantarte tan temprano —digo, sintiendo curiosidad.

Cuando era niña, jamás tuve problemas, porque mi padre era un militar, por no decir un dictador, pero Marcus no vive con un hombre como él, al contrario, Diego es un hombre maravilloso como padre.

«Y como otra cosa también»

—No me molesta, estoy acostumbrado —asegura, haciendo un gesto gracioso con la mano, mientras lo miro embobada al fijarme en el gran parecido que tiene con su padre.

«Y pensar que creí que era una pervertida... ¡Uff, de la que me salvé!»

—¿Cómo era en tu otra escuela? ¿Te gustaba? —pregunto queriendo conocerlo mejor, hasta que recuerdo que sufría de bullying, lo que me hace morder la lengua por mi estupidez.

—Me gustaba al principio, pero... —hace una pausa, y comprendo que debo intervenir y cambiar de tema, sin embargo, él continua—. Mis compañeros eran malos, se enojaban por todo. La maestra habló con mi mamá, pero ella dijo que no quería sacarme de ahí, porque conocía a la mamá de Pablito, y con ella iba al gimnasio... Es que ella siempre quiere estar linda para papá.

«¡Dios!»

—Lo importante es que ahora estas con buenos amigos, y ya ves, hasta te han elegido rey —comento, intentando subir el ánimo que yo misma he bajado.

«¿Qué clase de maestra soy? ¡Una impertinente!»

—¡He recordado algo! —exclama de pronto, cambiando el tema radicalmente, algo que agradezco de corazón.

Marcus coge su mochila, abre uno de los compartimentos, y comienza a buscar algo ahí, mientras me pregunto de que se trata—. Mi papá ha mandado una nota, dice que es importante que se la muestre.

MIRAMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora