Reencuentro

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Desde nuestra llegada a Nueva York, hace dos semanas exactamente, Mia y yo no habíamos tenido ni un solo momento de descanso. Todos los días teníamos actividades, ya sea solas o con mis padres, y nunca estábamos en la casa, solo volvíamos a ésta para dormir.

Como era mi ciudad, la que me vió crecer y en la que atravesé tantas cosas, quise que mi hija conociera absolutamente todo y que estos días fueran un hermoso y divertido recuerdo de la primera vez que viajó y de la primera vez que visitó la ciudad que nunca duerme. Habíamos hecho tantas cosas, como por ejemplo: Fuimos al Central Park, paseamos en carroza, visitamos el Museo de los Niños, fuimos a esquiar, visitamos la Estatua de la Libertad, fuimos al museo de cera ''Madame Tussaud'', fuimos al zoológico y dimos un tour en bus por la ciudad. Habíamos hecho más cosas pero son demasiadas para nombrarlas todas. 

Ella estaba maravillada. Miraba todo con ojos bien abiertos y aplaudía emocionada cada vez que veía algo que le gustaba mucho. Era algo hermoso verla disfrutar de esa manera, me recordaba a mí cuando yo era de su edad y había hecho las mismas cosas junto a mis padres y mi hermano.

La habíamos pasado muy bien. No solo por que las actividades que hicimos fueron divertidas, sino también porque el pasar tiempo de calidad con ella y verla feliz hacía que los gastos y las preocupaciones desaparecieran por un momento, y eso era algo que realmente agradecía y me alegraba. Pero no solo a mi, sino también a mis padres.

Estaban más que contentos con nuestra estadía en su casa. Pasar tiempo con su hija era valioso para ellos, pero aún más lo era el estar con su nieta. Dios, decir que la adoraban era poco. Apenas llegaban a casa del trabajo, se dedicaban a jugar con ella y a darle tantos besos y abrazos como fuera posible. Y, como es de esperarse, la consentían a más no poder. Le compraban regalos y todo lo que ella quisiera, prácticamente hacían todo lo que ella decía, exactamente como hacen todos los abuelos.

A mi me pone de lo más contenta el ver como la quieren y le dan cariño. Cuando me enteré que estaba embarazada, no me imaginé como sería mi vida y como ellos la recibirían, no me sentía preparada. Pero ahora que la tenemos con nosotros, alegrándonos los días con solo ver su linda sonrisa, no puedo imaginarme la vida sin ella. La amo con todo mi corazón.

Ahora mismo nos encontrábamos en la casa terminando de ver una película, ''Intensamente''. Ya la habíamos visto un millón de veces, pero a Mía le encantaba, por lo que no se cansaba de verla. A mi también me gustaba mucho, como todas las películas de Disney y Pixar lo hacen.

Cuando aparecieron los créditos, tomé el control de el televisor y la apagué.

-Otra vez- dijo Mia mirándome.

-Mia, acabamos de terminar de verla, no vamos a verla de nuevo.- respondí monótonamente, como cada vez que lo hacía cuando acababa y ella pedía repetirla.

-Por favor- dijo poniendo sus manitas en mi regazo y mirándome como el gato con botas.

-No, ya te dije que no.

-Pero es que si no voy a estar aburrida- dijo haciendo un puchero.

-Ya vimos mucha televisión, quieres salir de la casa y acompañarme al supermercado?- dije acariciando su rostro- Te puedo comprar una muñeca.

Sus ojos se iluminaron y luego de exclamar un ''Si!'' sonoro se lanzó a mi cuello y lo rodeó con sus brazos. Yo le devolví el abrazo y luego nos separé.

-Vamos- dije y ambas nos pusimos de pie. Caminamos hacia la puerta de la casa, no sin antes tomar mi cartera con todas mis cosas, incluyendo mi billetera y las llaves del auto de mis padres. 

Caminos CruzadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora