Capítulo 18| Recuerdos (especial)

43K 3.1K 1.1K
                                    

Jamás en mi vida he logrado comprender a esas personas que están en contra de la venganza. A mi parecer, es demasiado placentero ver a quien te hizo daño recibir su merecido. No obstante, me ha sucedido que cinco minutos después de haber completado mi venganza, ya no es tan divertido. Pero esta vez sí que me hace gracia, mírele por donde le mire. Aún no supero los rostros de la pelirroja y el Grinch, no dejaban de rascarse incluso contra la pared como si fueran perros llenos de pulgas. Después de aquello logré percibir cómo salían disparados hacia la enfermería.

Los gemelos y yo no dejamos de discutir sobre un partido de fútbol, Nick no ha parado de devorar las albóndigas –sin brillantina– que Daniel preparó especialmente para él. Mr. Grinch ya volvió de la enfermería, ahora está en su dormitorio aplicando el ungüento para la comezón. Luego de que saliera corriendo con un gorro de lana para que nadie viera su cabello, Tina le recetó reposo y una pomada para desinflamar sus picaduras. Ese momento fue épico, aunque no lo haya visto en persona.

Todos nosotros –exceptuando a Tyler, quien no ha salido de su cueva– nos mantenemos en los sillones como si de unos sacos de patatas se tratara, comiendo palomitas de maíz y viendo Phineas y Ferb.

— ¿Su mamá por qué nunca los descubre? —Sondea Will, llaveándose un puñado de palomitas a la boca y tragándolo se forma subnormal— Digo, siempre pasa algo y no ve lo que hacen.

—Magia —responde Daniel, haciendo un ademán raro con sus manos. En este punto todo de él es raro, nada me sorprende.

—Solo es la trama de la serie. —me encojo de hombro, tragando un bocado de palomitas.

Los chicos giran sus cuellos con lentitud, observándome como si hubiese dicho que odio la Nutella, cosa que no es cierto porque comer Nutella es como tocar el cielo con la lengua.

—Arruina momentos. —Nick achina los ojos en mi dirección, antes de negar decepcionado.

—Mi hipótesis es mejor —afirma Daniel, sacándome la lengua como un niño pequeño.

—Malvaaado —me señala Will al estilo en el que Gunter le dijo a la bibliotecaria en Kick Buttowski, alargando la letra «A».

—Ahora yo soy la mala. —deposito las palomitas de lado y emito un resoplido, al mismo tiempo que ruedo los ojos.

—Siempre lo has sido... espera, dijiste ¿mala? No tendría que ser ¿malo? ¿O te sientes identificado con otro pronombre? —inquiere Nick, observándome con una ceja elevada. Los gemelos arrugan el entrecejo, fijando también su atención en mi persona. Mis músculos se tensan de inmediato, abro mi boca para explicar, pero solo balbuceo incoherencias.

MI-ER-DA.

Rasco mi nuca, huyendo de los penetrantes ojos de los chicos, quienes intentan escrudiñar dentro de mí. Los engranes de mi cabeza parecen haberse detenido.

—Emm... sí, sí. Es que me equivoqué, quise decir «malo». Solo que de tanto hablar se me lengua la traba —contesto entrecortado, intentando sonar confiada.

— ¿Se te qué? —interroga Daniel, dudoso.

—Es cuando se me traba la lengua al hablar o me equivoco al decir una palabra, yo digo «se me lengua la traba» —les explico. Me descoloco ante el mohín que se forma en los labios de Nick.

—Ugh, está bien —murmura sin estar cien porciento convencido. Posa sus ojos en los míos, intentando ver más allá, lo cual solo me pone nerviosa—. Tienes los ojos muy azules —menciona, sin dejar de observarme con tanta fijeza. Asiento, removiéndome incomoda.

—Sí, igual a los de mi padre. Mi madre, al contrario, los tiene grises. —me encojo de hombros, sin darle mayor importancia. Su rostro luce sorprendido por un instante, además de un brillo inexplicable que cruza en su mirada.

Instituto de Hombres [#1] EN EDICIÓNWhere stories live. Discover now