Capítulo diez

1.2K 80 10
                                    

—Me encanta ese lunarcito que tienes debajo de tu nariz, igual que yo ansioso por tocar tus labios nuevamente. —murmuró con voz ronca cerca de mi oreja y provocando que la piel de mi cuello se erizara.

En cualquier otro momento me habría quejado o le habría llenado el oído de reclamos en su contra, pero en esta ocasión había sido diferente. Su comentario me había endulzado el oído, me hizo cuestionarme en que momento había puesto tanta atención a mi rostro como para notar el pequeño lunar.

Me sentí débil, a partir de ese momento supe que todo lo que hacía era para negarme a mi misma que me fascinaba el francés.

Esa noche había dormido y despertado a su lado, mi orgullo había sido debilitado y me había entregado al francés sin pensar en las consecuencias. Temí que lo peor pasara, Antoine desde un principio me había dejado en claro que el solo quería echarse un polvo y nada mas.

Mi sorpresa fue mayor cuando los encuentros se hicieron constantes, durante estos tres meses que habían pasado nos habíamos acostado un millón de veces y en cada una de ellas me había hecho sentir de una manera indescriptible.

¿El problema? No tenemos absolutamente nada, no somos nada. Podréis decir que eso no es un problema, tener una relación sin compromisos a varios les iría espectacular, pero no para mi. Yo ya estaba hasta el cuello por él.

La culpa la tenía yo, Antoine había sido claro desde el principio y yo sabía que lo único que podría ofrecerme sería sexo y nada mas. También estaba segura de que la única que saldría lastimada en esta situación sería yo, pero es que me había hecho tan complicado negarme a la simple oportunidad de tenerlo aunque fuera en mi cama.

No niego que en estos meses tuve momentos de duda, en ocasiones llegué a considerar dejar todo por la paz. Pero cuando recibía una llamada de su parte para venir a mi piso, toda la duda quedaba de lado y cuando se iba me odiaba nuevamente a mi misma. Esta situación estaba a punto de dejarme loca.

Recibí un mensaje de su parte anunciándome su llegada, no me había dicho que estaría ahí. Normalmente no llega de sorpresa, pero de cualquier manera me alegraba tenerlo ahí y poder pasar un poco de tiempo a su lado.

Abrí la puerta y me lancé a su cuerpo, envolví mis piernas en su cintura y besé sus labios. Caminó así hasta cerrar la puerta.

—¿Ansiosa? Normalmente me dejas entrar con tranquilidad al piso. —comentó riendo levemente.

—¿Que quieres hacer? —cuestioné bajándome de su cuerpo, mientras tomaba asiento en uno de los sillones de la sala.

—Tenerte. —declaró mordiendo su labio inferior de manera sensual, sonreí en respuesta.

—¿Tenerme? —repetí intentando hacerme la inocente, pero Antoine había borrado la poca inocencia que podría quedar en mi.

Se acercó hasta el sillón donde yo estaba sentada y se puso a mi lado, donde después de unos segundos comenzó a besar mi cuello, provocando que me estremeciera.

—Espera. —solté riendo mientras me hacía a un lado para alejarme un poco de él.

—¿Qué? Ven aquí, tengo tantas ganas de hacerte mía. —murmuró mientras acortaba la distancia que yo había formado y metía sus manos por debajo de mi blusa.

—Rubio... —jadee poco antes de ponerme de pie y poner mas distancia para detenerlo.

—Vamos muñeca, algo rápido. —pidió de manera insistente.

No pude negarme, porque ya no podía negarme a nada de lo que el francés me pidiera y me aborrecía por lo mismo.

Sonreí de lado, para terminar regresando al sillón y colocarme sobre las piernas del jugador. Pronto Antoine comenzó a besarme y a acariciar con sus manos todo mi cuerpo.

Había pasado, me había entregado nuevamente a Antoine y sin recibir nada a cambio.

—Muñeca, tuviste un gran rendimiento. —comentó mientras colocaba su ropa nuevamente.

—Quédate un poco mas. —pedí desde mi cama, aun envuelta en las sabanas y completamente expuesta.

—No puedo, muñeca. Prometo que te lo recompensaré. —respondió esbozando una media sonrisa, como si le ocasionara lastima verme así.

Tomó asiento en la cama nuevamente, pero solamente para ponerse los zapatos. Me acerqué a su espalda y en un intento desesperado por hacerlo que se quedara, comencé a besar su cuello.

—No puedo, Paula. —se puso de pie y obligó a que me sostuviera con las manos, porque sino caía de cara.

Se acercó sin quitar esa mirada de lastima dirigida a mi y solo besó mi frente. Me sentí miserable, ¿que podía ser peor que te dejara después de tener sexo? Un beso en la frente.

Regresé a mi cama, donde me envolví en las sabanas. ¿Que podía hacer? No nos debemos nada, no es su obligación y después de todo, en cualquier momento cualquiera puede decidir dejar esto y ya.

Quise tirar la toalla, darme por vencida y dejar por mi bienestar esto. Lo deseé mas que nada en este mundo, pero había algo que aun deseaba mas y se trataba de Antoine, quién se interponía entre esta sana decisión y yo.

Lo odiaba en estos momentos, odiaba que viniera me utilizara y después se fuera a quien sabe donde; porque ni siquiera tengo el derecho de cuestionarle a donde va o con quien va, lo que me hace sentir peor.

No lo conozco eso es lo que pasa, no conozco a Antoine Griezmann mas allá de unas cuatro paredes. Conozco que lo pone cachondo, conozco cual es su posición favorita y se de memoria las expresiones en su rostro cuando va a acabar.

Pero yo quiero y necesito muchas que eso. Quiero conocer cual es su comida favorita, que es lo que lo hace mas feliz, conocer su posición en la cancha y saber de memoria las expresiones que hace cuando mete un gol. Quiero conocer al Antoine Griezmann mas allá de la cama.

No lo dudo que lo odio, pero al mismo me tenía dependiendo de él. Porque a pesar de que solo fuera una hora lo que pudiera verlo y sentirlo mío, me bastaba para ser feliz en esa hora. Se que soy una estúpida, pero me había quedado sin opciones. Seguir con esto o perderlo para siempre.




Hola, me gustaría saber que les va pareciendo la historia, para seguir escribiendo. Si quieren, comenten y díganme que opinan. 

Wonderland | Antoine GriezmannWhere stories live. Discover now