Capitulo cuatro

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—Pero si el francesito es una monada. —apareció mi amiga en el marco de la puerta. 

Su repentina entrada y el comentario estelar habían provocado una mirada de odio de mi parte. ¿Podía ser mas ingenua? 

—¿Una monada? El rubio solo quiere un polvo y ya. —respondí elevando la voz, poniendo el ordenador en la cama y poniéndome de pie. 

—Sigo creyendo que es una monada. —habló nuevamente María haciendo caso omiso a mis palabras. 

—¿Escuchaste? Solo quiere un polvo. —repetí para asegurarme de que mi amiga no estuviera sorda. 

—Lo escuché, no tenías que repetirlo. No se porque haces tanto lío, eso es lo que la mayoría de la gente quiere en un antro de Madrid. —explicó la castaña como si nada, dejándose caer en mi cama. 

—Quizá... —solté pensativa. 

—¿Quizá, que? —cuestionó la morena. 

—Quizá tengas razón, pero yo no soy así. ¿Sabes? Todavía tengo miedo de salir a la calle sola, de recibir miradas llenas de libido por parte de hombres, saber que ya no están mis padres para protegerme. —expliqué sonando un poco sosa. 

Mi mejor amiga soltó una sonora carcajada bastante burlona, haciéndome sentir mas tonta de lo que ya me había estado sintiendo. 

—Debes de relajarte un poco, tampoco estás en la ciudad de la perdición. Pronto te acostumbrarás. —habló finalmente mi amiga, para acercarse a mi y darme un abrazo tranquilizador. 

—No quiero acostumbrarme. No quiero ser solamente el polvo de una noche de un desconocido, salir y perderme en el alcohol. 

—Entonces puedes ir a rezar, si eso es lo que quieres. 

—No me entiendes. —dije harta mientras la alejaba de mi y de un empujón la sacaba de mi habitación. 

—Por cierto, aprovecho para decirte que tendremos fiesta en el piso. —soltó en un grito detrás de la puerta. 

Solté un quejido, tendría que aprender un poco del ritmo de vida que lleva mi amiga, aunque con cierto limite. 

Tomé asiento nuevamente en mi cama y abrí el ordenador, para encontrarme sorprendida de que mis dedos tomaran vida y teclearan el nombre del personaje al que me había encontrado nuevamente esta mañana. 

Antoine Griezmann aparecía en el buscador, así que comencé a indagar en la pagina. Datos como su fecha y lugar de nacimiento, equipos en los que ha jugado y algunas fotos. Entre ellas varías con una chica de apariencia local. 

Finalmente me encuentro googleando su nombre, con la palabra clave 'novia'. Me siento avergonzada al notar lo que estaba haciendo, pero de cualquier manera continuo haciéndolo. Muchas imágenes con la misma chica, para después toparme con ciertas noticias. En la gran mayoría me anuncian, que el francés está soltero y siento un gran alivio. 

Por alguna razón me sentía un poco culpable de tan solo imaginar que haya besado al francés y que tuviera novia. No podría soportarlo. 

Sacudo mi cabeza, y después de haberle dedicado unos minutos a un tema insignificante. Me pongo a hacer mi tarea de la facultad, no estoy como para seguir perdiendo el tiempo en esas tonterías. 

Tallé mis ojos y me encuentro con el reloj a la esquina derecha superior de la pantalla, me indicaba que habían pasado cuatro horas. Solté un bostezo lo suficientemente cansada, necesitaba un gran descanso. 

—Paula. —escuchó que llamaban mi nombre, era la voz de María. 

—¿Que quieres? —suelto sin moverme de mi lugar, quiero continuar dormida. 

—La gente comenzará a llegar en treinta minutos. ¿Estás lista? —cuestiona mi amiga. 

Abrió la puerta y junto a ella entró demasiada luz exterior. No me queda de otra mas que ponerme de pie. Chequé nuevamente el móvil, dándome cuenta de que solo había estado diecinueve minutos recostada. 

—Mierda, te dije que tendríamos una fiesta y eres un desastre. —vociferó mi amiga enfadada. 

Sin darme tiempo de absolutamente nada, simplemente se acercó y me obligó a incorporarme completamente. De un empujón me metió al baño. 

—Tu date una ducha rápida, yo mientras tanto elijo tu ropa. —me indicó la morena. 

No me quedó de otra y obedecí las ordenes de mi mejor amiga. Quité toda la ropa que me había puesto en la mañana y me introduje en la ducha, el agua estaba fría pero era de la única manera en que me mantendría despierta.

Salí del cuarto de baño envuelta en una toalla color rosa y me topé con mi amiga. 

—¡Vístete! —declaró como si fuera mi madre.

Aunque al mirar la ropa que estaba sobre mi cama, me quedaba claro que no se podría tratar de mi madre. Mi mamá jamás me dejaría que me pusiera algo tan revelador. 

—No me pondré eso. —declaré con seguridad. 

Se trataba de un vestido que si bien era lindo, tendía una abierta en la espalda que en cualquier movimiento brusco podría dejar a la vista cosas que no deben estar a la vista. 

—Me niego rotundamente. —aseguré cruzándome de brazos. 

—Perfecto, si no te lo pondrás tu misma, lo haré yo. —y de un momento a otro ya estaba encima de mi intentando quitarme la toalla que cubría mi cuerpo.

—Puedo hacerlo sola. —dije finalmente. 

El timbre sonó y mi amiga salió de la habitación. Sin mas opción, me coloqué ropa interior y terminé usando el vestido que mi amiga había elegido para mi. 

Wonderland | Antoine GriezmannWhere stories live. Discover now