Capítulo seis

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—Creía que el enfermo era Griezmann, ahora no se quien está mas dañado; Si él o tu. —declaré aun sin poder creer lo que había hecho mi mejor amiga. 

Ella había escuchado mis quejas, mis reclamos y mi profundo odio por el ser tan despreciable que estaba mostrando ser el futbolista. E iba y lo invitaba a la fiesta, lo metía en nuestro piso, en mi espacio. 

—Estás armando una tormenta en un vaso de agua. Deja de pensar tanto, y deja que tus deseos te guíen. —respondió con fastidio, al parecer no le había gustado el comentario que había hecho. 

—Mierda, María. ¿Cuál jodido deseo? —elevé la voz, olvidando toda la educación y agradeciendo internamente ya no estar en el colegio, donde inmediatamente habría venido alguna monja a lavar mi boca con jabón. 

—Tal vez estoy enferma y todo lo que quieras. Pero por lo menos se lo que quiero. Paula, acomoda tus ideas. —declaró la morena y dándose media vuelta, se largó a quien sabe donde. 

Me quedé ahí, siguiendo las instrucciones de mi mejor amiga. Tratando de acomodar mis ideas y saber que es lo que estaba pasando conmigo. ¿Por qué no estaba disfrutando estar en Madrid? 

Tal vez si tendría que cambiar mi actitud respecto a todo; Todo menos Antoine Griezmann. Él ya estaba hasta arriba en mi lista negra, y déjenme decirles que una vez que entras en mi lista negra, de ahí ya no sales. 

Miré rápidamente alrededor, al parecer se había dado por vencido y se había ido. Solté un gran suspiro con tranquilidad, aunque todavía tenía que lidiar conmigo misma y mi actitud. 

Caminé hacía el cuarto del baño, tenía que mojar un poco mi rostro. Un poco de agua fría me haría bien, además de despejarme de la gran cantidad de personas que estaban alrededor del piso. 

Me introduje en la habitación y cerré la puerta. Para después dirigirme hasta el lavamanos y abrir la llave del agua fría. Con mi mano derecha, comencé a mojar mi cuello. Para después continuar a mi pecho y zonas estratégicas de mi rostro, para que el maquillaje no se desvaneciera.

La puerta cerrándose hizo que me sobresaltara y cuando me di cuenta, ya tenía un cuerpo pegado a mi por detrás. 

—Hace un poco de calor por aquí, ¿no? —dijo la voz con el conocido acento, sin separar su cuerpo del mío. 

Me moví incomoda, tratando que de esta manera se alejara. No tenía ni siquiera la intención de abrir la boca, cuando pudiera sencillamente me saldría del cuarto y buscaría el lugar mas alejado de él. 

Sin poder evitarlo, pasó sus brazos alrededor de mi cintura y me obligó a girarme en mi mismo lugar. Finalmente me topé con el par de ojos azules, es una lastima que un enfermo como él tenga tan bonitos ojos. 

Me tomó por las muñecas con fuerza, comencé a sentir un poco de temor. ¿Que intentaba? Recargó mis manos, aun tomándolas con las suyas, por detrás de mi espalda en el lavamanos. 

Dejándome en una posición mas indefensa que la anterior. Por lo que mi corazón se aceleró, mi sentido común me decía que tenía que irme en cuanto tuviera la oportunidad. 

Me sacudí un poco, intentando liberarme de su agarre. Pero lo único que logre es que el francés acercara mucho mas su cuerpo al mío y que el agarre se fortaleciera. Dejé de moverme cuando me di cuenta de que no funcionaría, debía de pensar en algo mas. Él como si supiera lo que pensaba, comenzó a reír de una manera demasiado tétrica. 

—¿De que te ríes? —cuestioné incrédula y sacando algún tipo de valentía de quien sabe donde, sentía como mis piernas se debilitaban. 

Él seguía en la misma posición que anteriormente, su rodilla estaba entre mis piernas separándolas. Con cada respiro que me veía obligada a dar, mi cuerpo tendía a chocar con el suyo y él parecía estar disfrutándolo. 

Su levemente superior altura a la mía, le proporcionaba una perfecta vista de mis pechos. Pero lo único que estaba haciendo en ese momento, era burlándose de mi en mi propia cara. 

—¿Crees que no lo noto? Tu deseas esto tanto o mucho mas que yo. —afirmó con muchísima seguridad de la tontería que estaba inventando. ¿Como podría yo estar disfrutando que me tuviera en esta situación? 

—¿Que? No puedo creer que estés justificando que me tengas acorralada y sin salida, con que yo también deseo esto. En serio, estás dañado. —solté forcejeando, pero no lo suficiente como para poder escapar. 

Por alguna razón ya no me sentía en peligro. Algo muy dentro de mi me tranquilizaba y me decía que no pasaría absolutamente nada, que solo era uno mas de sus jugueteos. 

—Entonces explícame porqué te pones en una circunstancia completamente indefensa frente a mi. —declaró y la tranquilidad que sentía desapareció, volví a sentir temor. 

Él estaba convencido de que yo deseaba que me tuviera de esta manera, él creía que me había puesto en esta situación para que él hiciera lo que quisiera conmigo. ¿Que mierda tiene en la cabeza? Vaya hijo de puta. 

—Creía que no serías capaz de abusar de alguien, por eso entré con tranquilidad al baño de mi casa. —dije con sarcasmo y añadí—. Que no eras un tipo de monstruo dispuesto a hacerle daño a una mujer. 

Aunque no quería, no quería mostrarle que tenía miedo. No quería que viera lo débil que me siento en este momento, que estoy indefensa. Pero fue inevitable que mis ojos no se rasgaran. 

—Tienes razón, no soy ese tipo de persona. —soltó sonando demasiado avergonzado, pude respirar rebajadamente de nuevo. En ese momento sentí un poco de lástima por él, la expresión en su rostro. 

Pero de cualquier manera, en cuanto me soltó me alejé lo mas posible de él. Lo miré confundida, porque en esta ocasión el que se veía indefenso era él y no yo. 

De cualquier manera, era su problema y yo tenía que irme lo mas pronto posible de ahí, antes de que cambiara de opinión. 

Tomé la manija de la puerta del baño y le di vuelta para poder abrir la puerta, para salir en ese instante. 

—Pero aun no me doy por vencido. No me va eso de obligar a una mujer, pero si me va eso de seducir a una mujer hasta que me suplique que la lleve a un lugar alejado y se que tu no tardas en hacerlo. —declaró como comentario estelar y volviendo su actitud a la de un imbécil. 

El rostro del chico avergonzado, que hasta cierto momento parecía indefenso había desaparecido. Ahora solo podía ver al mismo imbécil que conocía. 

—Antes muerta. —farfullé dando un portazo y dejándolo en el cuarto de baño.  

Wonderland | Antoine GriezmannWhere stories live. Discover now