Capítulo doce

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Sentí una presión en la cama, abrí mis ojos lentamente y sentí un leve ardor en estos, debido a la luz que entraba desde la ventana. Alguien había abierto las cortina,s puesto que yo me había encargado la noche anterior de cerrarlas, para evitar este incomodo momento.

—Te preparé el desayuno. —escuché la voz de Antoine, no habíamos compartido cama la noche anterior.

Abrí mis ojos y fue inevitable no sonreír con amplitud al ver el desayuno preparado por el francés.

—¿Lo que huelo es tocino? —cuestionó con emoción.

—Así es, es tocino. ¿Como dormiste? —esbozó una sonrisa y pasó su mano por mi rostro.

—Dormí muy bien. —respondí mientras me estiraba y soltaba un gran bostezo.

—Ahora que descansaste, te espero en la piscina. —se levantó dispuesto a salir de mi habitación.

—Rubio. —lo llamé y él se giró en mi dirección al detenerse—. Gracias.

Lo vi salir de mi habitación y me volví a recostar, pero con una enorme sonrisa en mi rostro. Me tiene en la palma de su mano.

Me levanté unos minutos después y me cambié por un bikini color negro, me puse cualquier vestido arriba y salí hasta la piscina. Antoine estaba ahí sentado a la orilla, con los pies dentro del agua.

No dije nada, ni llamé su atención. Al parecer pensaba en algo y dejé que continuara de la misma manera. Yo me quité el vestido y me recosté en un camastro para tomar un poco de sol, que falta me hacía.

Sentí unas manos en mi cintura y pronto ya estaba entre los brazos de Antoine.

—¡No! Ni se te ocurra Antoine Griezmann. —reclamé mientras el rubio se dirigía conmigo en brazos a la piscina.

Sin poder evitarlo, ya estaba debajo del agua. Cuando salí pude ver al francés, quien de un salto ya estaba igual dentro de la piscina.

—Eres un idiota.

—Ven aquí. —me tomó por los brazos y me obligó a besarlo.

Después de estar un rato nadando y jugando entre nosotros, él salió de la piscina indicándome que iba al baño. Yo me quedé ahí, hasta que noté que se tardaba mas de lo normal y decidí ir a buscarlo.

—¿Antoine? —alcé la voz al entrar en la casa, mientras me envolvía en una toalla.

—Aqui. —escuché su voz.

Me acerqué hasta el cuarto donde había una gran pantalla y varios sillones, además de un mueble lleno de fotos de mi familia. Lo encontré sentado en la alfombra, viendo algunos de los muchos álbumes de fotos que había en aquel cuarto.

—Eso es tan vergonzoso. —comenté viendo la foto que estaba viendo, tenía quizá unos cuatro años y tenía un par de coletas.

—Eras tierna. —comentó.

—¿Era? —cuestioné haciéndome la ofendida.

—Eres sexy, coqueta, sensual, pero tierna... No conozco ese aspecto de ti. —se burló y yo reí con él.

Continuó pasando las hojas del álbum, pero se detuvo en una de las fotos mas vergonzosas de toda mi vida.

—¿Que es esto? —cuestionó soltando una gran carcajada, que incluso hizo eco en toda la casa.

—En la siguiente pagina...

—No, no intentes escapar y explícame esta fotografía. —me forzó

Wonderland | Antoine GriezmannOnde as histórias ganham vida. Descobre agora