—Hola Niki —Saludé a otra de las doctoras del lugar, normalmente los sábados siempre hay tres doctores de turno, y los días de semana cinco, ya que es una veterinaria grande y muy popular, aparte de una Pet-Shop y estética animal, lo que implica que la clientela siempre es constaste.

—Hola Nath, ¿cómo estás?

—Bien, ¿y quién es esta preciosura que está aquí? —Pregunté acariciando a un pequeño cachorro de tejón albino, era simplemente hermoso.

—Se llama Milky [*]. —La miré como si estuviera diciéndome una broma—. No, en serio se llama así.

—Realmente pienso que los dueños les ponen nombres poco originales a sus mascotas. —Comenté y ambas reímos.

—Sí, al menos no se llama copo de nieve.

—Ese nombre está bastante quemado. —Reí, y en ese instante un Pastor Alemán salió corriendo en nuestra dirección, detrás de él lo venía persiguiendo Calum, el asistente de Niki.

— ¡Lo siento! —Gritó lejos de nosotras.

—Ahg, realmente me pregunto si de verdad Calum quiere ser veterinario o corredor de perros. —Espetó Niki.

—A penas lleva un mes trabajando aquí Niki... —Le recordé—. No todos nacimos aprendidos. Yo también cometí muchos errores en mis primeras cuatro semanas aquí.

—Lo despidiera si no fuera mi sobrino. —Soltó en tono de broma y ambas volvimos a reír.

—Dale un tiempo para que se acostumbre y verás que mejorará.

— ¡Espero que así sea! —Le sonreí y seguí con mi camino hasta llegar a la última puerta blanca del pasillo, toqué dos veces y la suave y dulce voz de mi jefa me permitió pasar.

Al entrar reprimí un gran grito al ver que alrededor del cuello Leila tenía una serpiente verde con pequeñas motitas oscuras.

— ¡Jesús! —Exclamé con una mano en mi pecho.

—Ay por favor Nath, me has visto con peores animales. Además él es inofensivo, acabo de extraerle el veneno. —Se quitó al reptil del cuello y lo dejó en un recipiente transparente.

—No puedo evitar que me asuste.

—Tienes casi seis meses trabajando para mí, linda. Deberías estar acostumbrada.

—Lo estoy, pero me impresiona que tienes los nervios de acero.

Leila es una mujer hermosa, piel tersa y blanca, cabello completamente negro tan oscuro como la noche solo que a ella le gusta teñirse las puntas de diversos colores, este mes las tiene teñidas de amarillo chillón pero, a pesar del gran contraste se le ve bastante bien, en parte hace que sus ojos azul verdosos resalten ¿cómo? No lo sé. Como jefa es muy buena, aunque algo muy extrovertida y, como amiga es casi igual. Es nueve años mayor que yo así que es prácticamente como una segunda hermana, le tengo mucho aprecio y ella a mí.

—Hoy es un día muy movido. —Dijo limpiándose las manos en su bata blanca—. Y has llegado a tiempo para ayudarme.

—Por eso soy tu asistente ¿no es así?

—Has pasar al siguiente paciente.

—De acuerdo. —Salí de su consultorio y volví a recorrer el pasillo para llegar a la sala de espera. Tomé la carpeta de pacientes de este día y miré a las personas que esperaban por ser atendidas—. Señor Carter, usted es el siguiente. —Vi a un señor de unos cincuenta años levantarse teniendo a un gato angora en sus brazos—. Por aquí. —Lo guié por el pasillo y Leila me entregó a la serpiente para que se la entregara a su dueño. Respiré profundo al ver al reptil, me estaba mirando directamente a los ojos, a pesar de que amo a todos los animales, las serpientes me ponen algo nerviosa—. ¿Señor Johnson? —Vi a un chico de unos veinte años levantarse y acercarse a mí—. ¿Eres Johnson?

—Mi nombre es Wayne. —Me dijo sonriendo.

—Wayne, aquí tienes a tu serpiente.

No se veía como el tipo de chico que tuviera como mascota a una serpiente, parecía un chico simple, ojos bonitos de un color chocolate claro, cabello color arena y piel algo tostada. Vestía casual y tenía una gorra calada casi tapándole por completo los ojos.

—Gracias. —Me sonrió y se levantó por un momento la gorra—. ¿Tengo que firmar algo?

—Sí, ven. —Lo acerqué hasta el escritorio de Cameron y lo hice firmar un par de papeles.

¡Cuidado! —Gritó Calum desde uno de los pasillos que conecta con los consultorios. El Pastor Alemán seguía corriendo por el establecimiento y venía directo a chocar con Wayne y su serpiente.

— ¡Quítate! —Le grité al chico de cabello color arena y él se apartó justo a tiempo cuando el Pastor saltó sobre mí tumbándome de espaldas. Tal parece que era un cachorro porque no era tan pesado y su forma de lamer mi cara era muy juguetona.

—Lo siento mucho Nathalie. —Calum me ayudó a ponerme de pie y aprovechó que le cachorro estaba distraído para colocarle la correa al cachorro. De verdad lo siento, Nath. Es muy escurridizo.

—Relájate Calum. Gracias a Dios fue a mí y no a alguno de los doctores. ¿Cuánto tiempo tiene?

—Seis meses, lo rescatamos ayer.

— ¿Lo rescataron? —Cuestioné mirando al rubio—. ¿De dónde? Porque parece que está entrenado.

—Sólo sabe las órdenes básicas. Tuvimos una llamada anónima que decía que había una casa abandona y que de ella salían varios ladridos a todas horas. Cuando llegamos vimos que era una camada de cinco cachorros, él es el mayor. La mamá estaba muerta y amarrada, suponemos que murió por deshidratación.

— ¿Y cómo sobrevivieron los cachorros?

—Hallamos un agujero en el piso que daba al patio, supongo que de ahí tomaban agua y se alimentaban porque habían dos platos con restos de comida. De seguro la madre había muerto dos semanas atrás, cuando se les había acabado la comida.

— ¿Y los otros cuatro cachorros?

—Están en revisión, tal parece que están sanos sólo que un poco deshidratados.

Miré al cachorro y éste me miró directo a los ojos, giró la cabeza hacia la derecha y soltó un pequeño quejido. Mordí mi labio inferior cuando la idea de adoptarlo pasó por mi mente.

— ¿Los van a poner en adopción? —Le pregunté a Calum.

—Sí, aunque dudamos que alguien quiera a un cachorro tan escurridizo y travieso como él. —El cachorro lo giró a ver y luego me miró a mí—. ¿Lo quieres adoptar?

Sus lindos ojos cafés me suplicaban que lo adoptara, tenía que hacerlo o si no lo iban a mantener aquí, a pesar de que todos lo que trabajamos aquí somos como una familia no es lo mismo a que él tenga su propia familia.

— ¿Se puede?

—Sí, ya lo vacunamos y bañamos, que por cierto fue un martirio. —Reí y besé la frente del cachorro.

— ¿Te quieres ir conmigo cachorro? —En respuesta recibí dos ladridos y una lamida de cara—. Vale, vale. Solo espero que mi madre no me asesine por llevarte a casa.

~~~.~~~.~~~

Capítulo dominguero, espero les guste :)

Mis redes:

Twitter: BittersweetNaty

Instagram: Booksbittersweet.

Unconditionally (Saga Turner. Libro II).Where stories live. Discover now