Capítulo 10. Autocontrol.

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Sin dejarle más tiempo para torturarse dos pequeñas y suaves manos lo abrazaron desde atrás y no le hizo falta girarse para saber quién era.

"Estás frío, Nagisa." Protestó.

"Vente a jugar con nosotros."

"¿A jugar? ¿A qué?" Preguntó, notando como los dedos de Nagisa le acariciaban el estómago desde atrás.

"Verdad o atrevimiento."

Sousuke no era muy aficionado a esa clase de juegos en los que se pierde tanto la vergüenza como en ocasiones la dignidad pero aquella vez se lo estaba pasando bien. Las pruebas eran divertidas, desde tener que marcarse un baile como si fueran un pingüino hasta tener que comerse en menos de un minuto cuatro perritos calientes.

Al final, guiados por la fiesta y las risas, todos sus amigos se apuntaron al juego, incluso Rin y Haru comenzaron a jugar cuando volvieron de su extraña escapada. Sousuke tenía frente a él al motivo de sus desvelos y cuando sus miradas se cruzaban podía sentir como si una verdadera descarga eléctrica le recorriese abrasante la espina dorsal.

Las gotas de agua que caían de su pelo bajaban acariciando su cuerpo.

El beso que se dieron le ardía en los labios y por un momento Sousuke deseó poder acariciarle también.

"¡Te toca, Makoto!" Exclamó el chico que tenía el móvil en sus manos y Makoto notó el latir de su corazón en la garganta. "Tienes que... esposarte a la persona que tienes a tu izquierda por dos horas enteras."

Al escucharlo notó un cálido rubor abordar sus mejillas, no tanto por la prueba sino por la otra persona implicada, y en ese momento supo que hubiera preferido tener que comerse cuatro perritos calientes en un minuto; Recientes acontecimientos turbaban su relación con aquella persona.

Rin le rozó la mano con delicadeza y, antes de que pudiera decir nada, sus ojos se guiaron hacia él rebosantes de dulzura.

"Un juego es un juego." Sentenció. "Y no podría imaginarme estar atado a alguien mejor."

Las pruebas comenzaron a hacerse más difíciles y vergonzosas, y justo cuando Sousuke se había hartado de ver a la gente hacer el ridículo el destino quiso darle con un dardo envenenado.

"Te toca a ti, Sousuke." Comentó el chico que sostenía el móvil. No pudo contener aquella risita traviesa y Sousuke supo que nada bueno iba a salir de aquella prueba. "Tienes que darle un beso a..." Hizo una tortuosa pausa, regodeándose en el silencio. "a la persona que tienes en frente."

"¡Tienes que besar a Haru-chan!" Exclamó Nagisa y parecía emocionado.

Sus ojos se encontraron anhelantes con los de Haru y volvió a sentir aquel torbellino en el estómago al mirarle, al ver como sus ojos se posaban expectantes. Era precioso, sin duda, Haruka era precioso, desde aquel tierno y delicado rostro hasta el último centímetro de su húmedo cuerpo. Quizás la inquina que siempre se habían tenido le había impedido ver que bajo aquella personalidad fría y ese rostro inexpresivo había un gran chico que merecía ser conocido, un chico con una mente brillante y una personalidad arrebatadora.

Haruka era muchas cosas que ambos desconocían.

Sousuke sentía muchas cosas que ambos desconocían.

"Sou-chan, ¿Lo vas a hacer?" Preguntó Nagisa a su lado casi en un susurro y jamás Sousuke tuvo nada tan claro.

Los pasillos de Samezuka eran largos y cuando el sol se consumía en la lejanía las sombras parecían devolver a la vida a los fantasmas de las leyendas que los veteranos contaban. Sousuke caminaba empapado, escuchando el húmedo ruido que hacían sus chanclas al caminar y se perdía en la inmensidad de sus pensamientos, en ese amasijo de contradicciones que tanto parecía disfrutar torturándole.

Hurt. (Souharu)Where stories live. Discover now