En ocasiones hay que aprender a dejar el odio a un lado, para socorrer a alguien que está sintiendo en su propio cuerpo el mismo dolor que sientes en el tuyo.
Una noticia.
Un sueño roto.
Un futuro truncado.
"Déjame ayudarte, nadie mejor que...
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Cuando las luces se apagan
Y el corazón, preso de sentimientos, puede hablar sin miedo.
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Sousuke lo sabía, sabía que el problema empieza con un hormigueo en el estómago al verle, con un cosquilleo al escuchar su voz y un irrefrenable sentimiento que crece y crece a medida que pasas tiempo a su lado. No importa cuánto te revuelvas, cuánto te resistas, cuánto grites que no quieres sentirlo. No importa que lo niegues o que pongas mil barreras ante ese sentimiento porque, una a una, irá derribándolas todas hasta dejar tu corazón completamente desnudo.
No importa si lo deseas o no.
No importa si es correspondido o no.
El amor juega sus cartas y siempre gana, aunque eso suponga destrozar tus entrañas en el camino y ahogar en lágrimas tu propio corazón.
Desde la lejanía Sousuke miraba a Haruka, curioso de la forma en la que caminaba entre la gente y de cómo observaba con recelo el agua de la piscina. Quizás Sousuke había sido la primera persona en advertir la gracilidad con la que se movía, en ver la estela de elegancia que dejaba tras cada paso.
Muchas personas se acercaban a Haru con una sonrisa, probablemente para hablarle acerca de las futuras competiciones y de sus admirables marcas, pero lo que no sabían era que cada una de esas palabras se clavaba dentro de él, haciendo un poco más insoportable aquella dolencia que estaba ahogando su vida en desesperación. Porque sí, la estela que dejaba al caminar no era solo de elegancia pues en las plantas de sus pies tenía grabada a fuego una tragedia digna de las lágrimas de Shakespeare. Por un momento Sousuke deseó acercarse a él y liberar su cuerpo de aquel peso, pero alguien se le adelantó; Con una sonrisa que parecía querer iluminar Samezuka, Rin se apoyó en su hombro.
Algo se encogió dentro de Sousuke al ver con que naturalidad le tocaba; Él no podía hacer eso. No podía abrazarle o apoyarse en él, no podía sonreírle como Rin lo hacía o hablar con él con tanta cercanía y eso le dolía, dolía de una forma que jamás había sentido.
Dolía como si su corazón y estómago quisieran volverse cenizas dentro de él.
Rin le estrechaba entre sus brazos y lo que parecía ser el esbozo de una sonrisa asomaba por sus labios. Sousuke frunció el ceño y supo que eran celos, celos porque no era él el que le estaba abrazando, porque no era él el que le estaba haciendo sonreír.
De repente Rin y Haru se perdieron juntos entre la gente y un mal presentimiento abordó a Sousuke; Quizás Haruka era el motivo del malestar de Rin, quizás dentro de él habían comenzado a nacer sentimientos contradictorios que lo estaban haciendo actuar así, quizás y sólo quizás, Rin se había enamorado de Haru.
