Mi última carrera con Ferrari (Parte I)

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- Anda un poco que vea ese pie - me decía Fabio en el hospitality de Abu Dhabi. 

- Pero si estoy bien Fabio...

- Venga Diana, quiero ver si mis consejos han servido de algo.

Hice lo que me pidió y anduve a todo lo largo de la habitación. 

- ¿Ves? Ya no cojeo y ni siquiera me duele. Hice todo lo que me dijiste a la perfección.

- Ya veo, ya... pero no te confíes. Sigue teniendo cuidado y sobretodo, no te esfuerces mucho. 

En ese momento entró Fer y a pesar de la situación en la que se encontraba nuestra relación, no pudo ocultar su sonrisa al verme.

- Hombre Diana, ¿cómo estás? 

- Bien, bien. Gracias. - dije intentando no cruzar mi mirada con la suya y notando como me ardían las mejillas. Fue curioso como me sentí en ese instante. Recordé mis primeros días en la escudería, cuando él apenas me hablaba y no lograba concentrarme cada vez que me miraba.

Jorge abrió la puerta gritando:

- ¡¡Tengo una super mega hiper sorpresa!! - Todos lo miramos asustados, más que sorprendidos. - ¡Entra sorpresa! - le dijo a alguien que estaba detrás suyo.

- ¡Hola!

- ¡Blanca! - fue una inyección de energía positiva el verla allí. Este fin de semana la necesitaba más que nunca. La abracé con todas mis fuerzas y no pude evitar llorar. La echaba mucho de menos.

- Mi niña, no llores por favor, que al final me haces llorar a mí también.

- Es que te he echado mucho de menos... Es que... tu no sabes... todo lo que... - le dije entre sollozos.

- Ya, ya... lo sé. Pues ya estoy aquí, ¿vale? - dijo separándose y agarrándome por los hombros. - Sabía que estos días iban a ser difíciles para tí, para todos - dijo mirando al resto - Y no me los podía perder.

Mientras me limpiaba las lágrimas con un pañuelo que me dio Jorge, Blanca saludó al resto.

- Fabio... - dijo dándole un gran abrazo.

- La mami de Ferrari... Estás estupenda ¿y la barriga? ¿dónde la has dejado? - dijo riéndose - ¿cómo estás? ¿y ese bebé?

- Estoy bien y Guille... ¿Qué te voy a decir yo de él? Está precioso. Es una bendición, sólo hace comer y dormir.

- ¿Pero ha venido?

- No... está con su padre y sus abuelas. Mamá necesitaba desconectar un poco. 

Fer se acercó a ella y sin decir nada se abrazaron. Se notaba la complicidad y los años que han pasado juntos.

- Samurai... te vamos a echar mucho, mucho, de menos.

- Y yo a vosotros, a todos. - y al decirlo me miró a mí directamente sobre el hombro de Blanca.

- Me he enterado que el Sábado hay cena de equipo ¿no?

- Joder Blanca, ya sabes más que yo... - le dije algo molesta.

- Es verdad Diana, se me olvidó avisarte - dijo Jorge llevándose las manos a la frente.

- Pues que sepas que no me he traído ropa adecuada...

- Pues nos vamos de shopping - dijo guiñándome un ojo - Quizás un vestido negro, entallado con cremallera en la espalda ¿qué te parece? - obviamente lo dijo recordando el vestido que compramos en Australia y que tanto le gustó al Samurai.

El corazón en Boxes (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora