CAPÍTULO 15

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15|¿LAS CHICAS SE DEPRIMEN POR PERDER UNA PRENDA DE ROPA?

David

Ha pasado una semana desde que he comenzado con el voluntariado y he dejado de meterme en problemas. Al final he sabido planificarme en condiciones. Por un lado tengo tiempo para los estudios de la universidad, y por el otro lado también tengo tiempo de hacer el voluntariado. Pensé que lo de planificarme un horario se me daría de pena, pero en esta semana todo me está funcionando de maravilla. Los primeros días estaba perdido haciendo de voluntario, no sabía que es lo que debía de hacer, ni si lo poco que hacía estaba bien o estaba mal. Alex, que al parecer es la que se encarga de la organización, nos encargó a cada uno de una cosa en concreto. Exactamente a mí unos días me toca servir los platos a los residentes y otros días me toca fregarlos.

—¿Esto está bien así? —pregunto a Alex, quién se encuentra a mi lado en estos momentos.

No tengo la necesidad de preguntarle si el gorro de cocina me lo he puesto bien o mal, ya que se cómo ponérmelo, sólo espero que dé una respuesta de más de una palabra de una vez por todas. Después de tantos días quiero que me conteste con algo más que un simple sí o un simple no.

—Sí —afirma.

Nuestra relación últimamente está estancada, ni avanza ni retrocede. Las únicas palabras que hemos intercambiado en estos días no han sido más que monosílabos, por su parte, porque por mí parte he intentado hacer todo lo posible por entablar conversación. Al parecer los monosílabos son la clave que ella utiliza para ignorarme.

—Si el próximo día tienes la decencia de traer el uniforme al menos sin arrugas estaría mejor —espeta de repente.

—Va-Vale... —contesto completamente sorprendido.

Noto como las comisuras de mis labios se elevan y terminan formando una sonrisa de repente. Alex se va de mi lado, y yo la sigo con la mirada. Veo como se para con Ana a charlar, puedo leer en sus labios un "dónde está el director" y cómo Ana le contesta a su pregunta. Segundos después aparece el mencionado como si le hubiesen invocado. Alex charla con él por un buen rato, y durante todo ese rato yo estoy embobado sin hacer nada. Simplemente me limito a observarla. El director va asintiendo con la cabeza a cada cosa que ella dice, y ella se expresa con soltura gesticulando con las manos.

—Puedes irte como has hecho siempre, no pasa nada Alexandra —escucho que le dice el director colocándole una mano sobre el hombro—. No te preocupes por eso.

—Gracias —escucho de su parte.

Veo como desaparece en la sala donde se cambian las chicas, y minutos después aparece vestida con su ropa normal y sale disparada de la residencia. ¿Por qué se va?

—Tú guapito —escucho como me llaman la atención—. ¿Me vas a servir ya el plato o te vas a quedar embobado mirando a la morena malas pulgas? —espeta Josefina, quien lleva esperando todo este tiempo a que le sirva el almuerzo.

Una rosa para Alex.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora