CAPÍTULO 1

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01|¡CAVERNÍCOLA!

01|¡CAVERNÍCOLA!

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David

Inspiro con fuerza.

Oh Dios, esto huele a universidad.

A pesar de que ya llevo un tiempo aquí, no me acostumbro a ello.

Camino con desgana y soltura destino a la biblioteca. Año nuevo, vida nueva y gente nueva. Gente que va y gente que viene del campus. Es extraño porque en el instituto siempre se veían las mismas caras, pero aquí es divertido eso de ver caras nuevas cada uno de los siete días que componen la semana.

Mi vista se mantiene fija sobre el edificio blanco que tengo frente a mis ojos, del cual se encuentra colgado un letrero con letras bien grandes indicando;

"BIBLIOTECA"

Cuando de repente, sin esperarlo, alguien pasa a gran velocidad por delante de mis narices.

—¡Capullo! —escupo insultando a quién se me ha cruzado.

Ese tío ha estado a punto de atropellarme con una patineta.

—¿Decías algo? —una vocecilla femenina cuestiona a mis espaldas.

Doy media vuelta sobresaltado, pero detrás de mí no hay nadie.

—Estoy aquí —escucho de nuevo la misma voz a mis espaldas.

Giro de nuevo y el resultado sigue siendo el mismo. No me estoy volviendo loco como para escuchar voces, pero sigue sin haber nadie detrás de mí hasta el momento en el que la veo aparecer, entonces es cuando dejo de pensar que definitivamente se me ha ido la olla.

Una chica alta y de cabello castaño oscuro casi negro con mechas moradas se encuentra dando vueltas en círculos alrededor de mí. Va montada encima de una patineta de skate, vacilando sobre ella como le da la gana y no para de dar vueltas alrededor de mí.

De tanto seguirla con la mirada incluso me estoy mareando.

Por unos momentos se pasa por mi cabeza algo bastante tenebroso. Pienso que sería divertido eso de ponerle la zancadilla para que se tropiece y caiga de bruces contra el suelo, pero mientras más lo pienso, menos divertido me parece.

—¡Joder para! —grito sosteniéndola por los hombros.

Al sostenerla se balancea de delante hacia detrás. Al obligarla a parar en seco acaba perdiendo el equilibrio que antes mantenía sobre el skate, pero gracias a mí y a mi gran amabilidad y ayuda no termina cayéndose de boca y partiéndose los dientes contra el asfalto.

—¿Qué te crees que estás haciendo idiota? —escupe ella sujetándose con fuerza a mis brazos—. No me toques... —gruñe.

—¡Eres tú la que me está tocando! —replico dirigiendo la mirada hacia sus manos, las cuales se encuentran sujetándose con fuerza a mis brazos—. No me estás tocando en el sentido en el que me gustaría pero claro, me estás tocando... —saco media sonrisa tratando de parecer chistoso.

Una rosa para Alex.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora