Hardy «El Marinero» Arjhun

Start from the beginning
                                    

Las semanas pasaron demasiado rápido para gusto de Hardy, quien poco acostumbrada a las tareas de un barco, se acostaba cada noche extenuada y maldecía a cada paso la pésima idea que había sido transformar su cola en un par de piernas. Recolectar la ropa sucia, trapear la cubierta, limpiar los cubos de desperdicios, pescar al alba y limpiar dichos pescados parecía ser el mantra de cada día, y aunque le daba tiempo para analizar cómo podía conseguir la ayuda de Huracán para rescatar el resto del tesoro, el hecho de que el capitán pareciera detestarla sin ninguna razón aparente le dificultaba más las cosas.
Miró una vez más sus nuevos apéndices bajo su cintura y por enésima vez pensó que Inu y Tiles eran la segunda peor cosa que le había pasado desde que se había subido a ese barco, la primera siendo por supuesto, Huracán.
Como no había tardado en descubrir, Huracán Thornbird era el capitán a bordo del navío más temido en todos los reinos y la sola mención de su nombre provocaba llantos despavoridos en cualquiera que hubiera tenido la mala racha de toparse con él. Lo llamaban así por el color de sus ojos, una mezcla de motas en tonos cafés que parecían arremolinarse como un fenómeno climático en torno a sus pupilas. Eso, y el carácter de los mil demonios que tenía le habían granjeado ese intimidante apodo.
Pero más allá de los rumores que circulaban sobre él, lo más importante que Hardy había aprendido en sus primeros días sobre el Dragón rojo, era que su capitán era un gran mentiroso.
Le había costado un par de días dar con la razón de la desconfianza que él le provocaba, en gran medida porque le era dificil concentrarse con tantos humanos alrededor; pero gracias a su propia falta de talento para las tareas más básicas, la presencia de Fulvio supervisandola se había vuelto una constante en su rutina, propiciando la cantidad de encuentros necesarios con el capitán para empezar a notar que sus gestos tenían una suave parsimonia que no encajaba con el resto de los hombres. A veces Huracán se delataba a si mismo al arrugar levemente la nariz por las mañanas, cuando la pesca fresca se acumulaba sobre la cubierta. Otras veces, lo delataba la entonación de sus palabras, una muy bien pronunciada por acá, otra rimbombante por allá, todos detalles que podrían haber sido imperceptibles, salvo para alguien como Hardy que sabía de primera mano lo que era no encajar en un lugar.
Pero fue gracias al mismo Fulvio, que Hardy logró descubrir que esas pequeñeces no eran la fuente principal de su desconfianza; y es que debido a la presencia diaria del segundo al mando, una extraña camaradería se había dado de forma natural entre los dos. Fulvio cargaba consigo una intensidad emocional que sacaba de quicio a Hardy, quien perceptiva a las emociones de otros, se vió obligada a distraerlo de sus propias cavilaciones para mantener la cordura y no tirarse por la borda. Gracias a eso, Fulvio comenzó a mostrarse inusualmente alegre, provocando reacciones aún más desagradables por parte de Huracán. Y fue precisamente en un momento de rabia del capitán, después de haber descubierto a Fulvio riendose a carcajadas de las torpezas de Hardy, que la sirena reconoció el problema real: Mientras Fulvio era un caudal de emociones, Huracán era un muro en blanco. Ensimismada como había estado durante tantos días, no había reconocido el hecho de que la única pista que había tenido de sus sentimientos eran sus gestos físicos o sus insultos verbales.
El caso era que aquel escenario era su peor pesadilla. La única clave que tenía para interactuar con los humanos eran sus emociones, las que trataba de imitar en la medida de lo posible para pasar desapercibida, aunque con poco éxito.Y sin las de Huracán, no tenía idea de como podía lograr acercarse a él para conseguir su ayuda. Sabía que era cosa de tiempo antes de que alguien notara algo raro en ella, a fin de cuentas sus rasgos seguían siendo etéreos, impidiendole pasar por un humano convincente, demasiado delicada para ser un marinero, demasiado poderosa para ser una de ellos.
. A cada paso podía sentir las miradas constantes de los marineros en su nuca, siguiendo sus movimientos como si supieran que ella quería escapar lo antes posible de ahí, como si no terminaran de tragarse por completo su historia. Sus mofas eran pan de cada día, y si Hady hubiese sentido de manera intensa, probablemente se habría ofuscado en un abrir y cerrar de ojos, pero para su suerte todo lo que podía sentir era un leve amago de molestia.

Las jornadas se desdibujaron en una sucesión de tareas mecánnicas, y mientras gran parte de la tripulación había perdido el interés por su más reciente adición, limitandose a una zancadilla por aquí o un insulto por allá, parecía que el tiempo solo había generado el efecto contrario el su capitán, a quien encontraba cada vez más a menudo, y sin la presencia de Fulvio de por medio para menguar su carácter.
—¡Maldita sea Hardy!¿Acaso no sabes obedecer órdenes o solo eres estúpido?
Esa calurosa tarde de media privamera no fue la excepción, cuando Huracán Thornbird caminó hasta pararse frente a ella con un balde lleno de camisas sin lavar. Claro que no era estúpida, pensó, pero no acaba de someterse a la idea que ahora solo era un simple marinero y tenía claro que no estaba en nada capacitada para seguir órdenes. El capitán dejó caer el balde y la ropa se desperdigó por el suelo.
—Quiero todo limpio antes de que anochezca.
Hardy miró el estropicio a sus pies, sin inmutarse por los gritos de su capitán, cuyos pasos se perdían en el barullo a su alrededor. No entendía porque Huracán se comportaba de manera tan hostil en su presencia, pero tenía que averiguarlo pronto. Ellora le había dicho con claridad que él la debía ayudar. Después de todo, aún le quedaba un tesoro por recuperar, aunque no tenía ni la más puñetera idea de como conseguirlo
Se agachó hasta quedar en cuclillas, recogió las camisas y se afanó una vez más en la tarea de limpiarlas, haciendo lo posible por escupir en el balde de vez en cuando, solo porque había visto que esa era una costumbre bastante común entre los marineros en cualquier momento que lo ameritase, aunque no lograba entender la razón. Solo esperaba que ninguna de las prendas fuese de Fulvio.

Hola chicos :) recuerden que aunque no siempre conteste, leo cada vez que puedo vuestros comentarios, así que son bienvenidos a dejar mensajes, y ya sabeis, si os gusta lo que escribo podeis seguirme y votar

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Hola chicos :) recuerden que aunque no siempre conteste, leo cada vez que puedo vuestros comentarios, así que son bienvenidos a dejar mensajes, y ya sabeis, si os gusta lo que escribo podeis seguirme y votar. Abrazos submarinos, Savvie.

Huracán Thornbird - Los Seis Reinos #2Where stories live. Discover now