Capítulo 1

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Tía Loren aparta la inmensa puerta del apartamento y al entrar mis ojos se abren de par en par. Es el lugar más hermoso y lujoso que he visto en toda mi vida. Ahora puedo comprender por qué se queja tanto. Limpiar todo esto debe costar horas, días y mucha paciencia.

La inmensa ventana con vista a las calles londinenses, las luces del London Eye al fondo del paisaje, el cielo estrellado... Todo es simplemente perfecto. Es como un palacio en las alturas.

—¿Qué dices? —pregunta Loren, mientras que deja las compras sobre la lujosa mesada de mármol oscuro.

—Esto es realmente impresionante —murmuro, viendo el techo alto, iluminando por cientos de luces.

—Si vas a trabajar aquí, tienes que tener muy en claro que todo esto debe de brillar todo el tiempo. Él no es exigente, pero un lugar como este merece verse impecable.

—Estoy de acuerdo —siseo sin poder apartar mi mirada de todo lo que me rodea.

Me quito el morral de tela floreada y lo dejo sobre el sofá. No puedo comprender como un lugar así puede ser real.

—Entonces... ¿este tipo tiene dinero? —pregunto, y logro reír por causa de mi estupidez. Claro que lo tiene, y mucho. Demasiado diría yo.

—Tiene dinero, pero es la persona más agradable y dulce del mundo.

—Que bien —miento, fingiendo interés.

No hago esto porque quiero, porque la verdad que sufrir limpiando este lugar no es lo mío, pero lo necesito y tía Loren también. Lo hago por ambas y por París. París está muy lejos de cumplirse a menos que haga algo como esto. No tengo idea de muchas cosas con respecto a la limpieza, pero tía Loren debe enseñarme.

Los minutos pasan mientras que espero impaciente. Mi tía prepara algo en la cocina, y yo me dedico a explorar la sala de estar. Hay objetos de vidrio y cerámica por todas partes, son adornos abstractos y delicados. Diría que cualquier persona que pasease por aquí se sentiría en una auténtica galería de arte, como yo me siento en este momento. No sé cómo haré para limpiar esto sin romper algo. Soy un poco torpe, de hecho, mis dedos lo son.

La semana de prueba, solo tengo que superar la semana de prueba y esto será para mí. París estará esperándome dentro de seis meses.

Oigo el ruido de la tarjeta magnética deslizándose del lado de afuera de la puerta. Me volteo rápidamente y veo a mi tía tomar su posición. Miro mi aspecto y luego acomodo mi cabello con mis manos. Debo verme terrible. Voy a conocer a ese tipo y luzco... luzco como siempre.

La puerta se abre y lo que veo me deja sin habla. Viste de traje, un hermoso y perfecto traje, que hace que se me forme un nudo en la garganta. Parpadeo para comprobar que lo que veo es real y cuando sus ojos se posan sobre los míos, siento que me convierto en un gran charco de hielo derretido. No puede ser. Esto no debe de estar pasándome, ¿trabajaré para él?

Veo como se acerca en mi dirección y parece escanearme con la mirada. Por un momento siento que estoy completamente desnuda delante de este hombre.

Él extiende su mano en mi dirección para estrechármela y comprendo que estoy muda, demasiado muda. Balbuceo y cuando tengo fuerzas logro mover mi boca.

—Buenas noches —siseo, perdiéndome en esos increíbles ojos.

—Buenas noches —responde, mostrándome la sonrisa más perfecta que he visto en toda mi vida. Siento que vuelvo a ser un charco de hielo derretido. Esto no acabará bien. Ni siquiera empiezo y ya no resisto. Es demasiado irreal para ser real—. Soy Iris.

ALEX - Deborah Hirt ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora