Capitulo 7

2.6K 304 21
                                    

-  ¿Qué? -  pregunté confundida.

Suspiró, mientras se pasaba la mano por el cabello desordenadolo por completo.

-  Es que te veo.... No lo sé ¿Rara? no de la forma en la que tu creés. Es que en tus ojós logró ver tu miedo, también tu inseguridad. Era sólo una pregunta de curiosidad . No importa. -

Desvié mí mirada para ver hacía mis piés. No le diría mi reputación como la " rarita " en la escuela, ni tampoco el tipo de relación que tenía con mi padre. Erá obvio que cuando fuéramos nuevamente a la EW él se daría cuenta de cómo todos me trataban; se daría cuenta de que el golpe que el vió cuando se sentó a mi lado en la clase del el Sr.Adams lo había provocado kelly por haber intentado protegerme.

¿Se notará el golpe? Inconscientemente me llevé la mano hasta el pómulo de mi mejilla. No sentí el mismo dolor como el de esta tardé, pero aún así sentí unas ligeras punzadas en ella.

Nó, no le respondería aquélla pregunta con la verdad.

-  Bueno, apenas y sé t-tú nombre... -  diablos debo dejar de tartamudear.

Él rió, notaba la diversión detrás de aquella sonrisa -  Eso es obvio, Yo tampoco te conosco, pero tampoco podía dejarte allí para que murieras de frío. -

Asentí, entiendo su punto y por un momento, logré sentirme querida, aún que no fuera un cariño que se pudiera notar.

-  ¿Tuviste piedad de mí? -  pregunté con la mayor inocencia del mundo.

Él me miro realmente extrañado. Sonrió de lado mientras negaba con la cabeza.

-  No sentí piedad de ti, Anastasia.
Solo te vi y me dije que debía ayudarte. ¿Qué si no? Estabas pálida y mas helada que un hielo. Aún no logró entender como pudiste haberte perdido. -

-  No siempre fui buena con las caminos -  Asintió mientras sonreía.

(....)

Luego de aquélla conversación, la madre de christian me llevó hasta la habitación para invitados que era del portér de mi habitación multiplicada por díez, ¡Era enorme! tenía una cama matrimonial cubierta por colchas de colores carmesí. Las paredes eran rojas y los pisos de una tierna madera. Las cortinas de un color marrón, mientras que unos visillos transparentes me separaban de la hermosa vista que se lograba apreciar desde allí. Tenía varios muebles con cajones y otros para dejar cosas. Como había dicho ella anteriormente, tenía una pequeña chimenea en una esquina que el Sr.grey se había tomado la molestia de encender para templar la habitación.

Grace me presto un camisón que era de ella, Me había dicho que ya no le quedaba y que si quería me lo podía quedar sin problemas, y yo acepté.

Estuve despierta hasta las dos de la madrugada aproximadamente. Pensaba en la hospitalidad de esta familia. Ellos me habían dado alimento sin ninguna condición o golpe de por medió. Me dejaron en una cómoda habitación. Mi espalda contra un suave y blanco colchón, las colchas me abrigaban tanto que ya no tenía frío. La chimenea estaba aún encendida, pero el fuego se extinguia de a poco, alumbrando la habitación y marcando las sombras
de los muebles con sus movimientos cada vez más y más lentos.

Estaba fijamente viendo aquél fuego que de a poco desaparecía cuando unos pasos irrumpieron mis pensamientos. Había alguien en el pasillo de afuera. Me levanté con para caminar y abrir con lentitud la puerta.

Allí caminando totalmente de negro íba christian. Al verme, se detuvo y puso su dedo índice sobre sus labios, procurando con un gesto que hiciera silencio. Solo asentí mientras comenzaba a entrar nuevamente a la habitación donde me estaba quedando y, cuando estaba a punto de cerrar con cuidado la puerta, christian me lo impidió y entro, bloqueando la salida y haciendo que retrocediera.

-  Tranquila, Anastasia. No le puedes decir a nadie que salí ahora. -  susurró

Lo mire extrañada, mientras corría mi cabello temporalmente rizado desde la nuca hasta las puntas aun lado, sobre mi hombro derecho y jugueteaba con el entre mis dedos.

-  ¿Dónde vas? Claro, si es que no importa responder... -  susurré

Negó, mientras me dedicaba una leve sonrisa de lado, alzando la comisura izquierda de sus rosados labios.

-  No, no puedes saber. -

Asentí, mientras bajaba la mirada.

-  Yo... Creo que intentaré dormir algo. - murmurè. Alcè nuevamente la vista para ver como asentía y retrocedía.

-  Buenas noches, Ana. -  sonrió y salió de la habitación.

Ana... Mi madre me decía asi. Cuando murió, pensé que jamás escucharía ese apodó nuevamente. Recuerdos de ella llenaron mi mente de una forma instantánea, provocado que mis ojos se llenaran de lágrimas y mi visión se volviera borrosa por éllas. Sorbì por la nariz mientras secaba las esquinas de mis ojos y volvía a la cama para enterrarme profundamente bajo las colchas e intentar reconciliar el sueño luego de un horrible primer día.

SálvameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora