Capítulo 8.

2.1K 230 17
                                    

Entré de nuevo al restaurante después de que Xiumin se fuera. Todos estaban empezando a hacer las especialidades del mediodía, mientras el chef me miraba cabreado.

—Lo siento chef yo...

—¡Te dije quince minutos!—Gritó con fuerza.—¡Ha pasado media hora!

—Es que era importan...

—¿Importante?—Terminó la frase.—¿Qué fue? ¿Su amigo la invitó a comer de nuevo? ¿Ah? ¿Así pretende que confíe en usted?—Apreté los puños. Si digo que es importante, es importante.—¡No se quede parada! ¡Diga algo!

—Lo siento, señor.

—¿Otra vez con lo siento?—Volvió a elevar la voz.—¿No piensa decir algo que no haya escuchado?

—¡Cállate ya!—Le grité cabreada.—¿Tan importante fue mi huida? ¿Eh? ¡Ha sido por poco tiempo joder! ¡No se va a morir porque me tarde unos putos quince minutos más de lo acordado! ¡Déjeme en paz!—Cuando quise parar, ya era demasiado tarde. Todos me miraban, con asombro. Me van a echar igual, así que...—Imbécil.

—Daesung.—Habló el Chef, sin dejar de mirarme con seriedad.—Frega tu los platos.—Agarró mi muñeca con fuerza, y a paso rápido me llevó al almacén.—¿Y bien?

—Lo siento, chef.—Me incliné hacia delante.

—¿Lo sientes?—Gritó.—Me chilla y me insulta y lo único que sabe decir es... ¿Lo siento?—Se gira para no mirarme.—Esto es increíble. ¿Sabes que te podría echar, verdad?

Volvió a mirarme. Agaché mi cabeza para que no viera mi rostro.—Si, señor.—Me mordí el labio inferior.

—¿_____?—Se acercó a mí para levantar mi barbilla y ver mis ojos. Desvié la mirada hacia otro lugar. Pasó su dedo por mi mejilla.—¿Lloras?

—No chef.—Me di la vuelta.

Suspiró.—Era demasiado importante lo que te pasó¿Verdad?—Solté un pequeño sollozo, débil.—Lo siento.

—No chef.—negué con la cabeza.—No debería hablarle así.

Agarró mi brazo para sentarme en un escalón, el estaba al lado de mí. Me miraba con seriedad, esperando.—¿Qué pasó?

—Es que...—Soplé con fuerza.—Me han... Me han...—Volví a llorar, sin fuerza. Estaba tan débil que me daba igual llorar aquí que en otro lugar.

—Tranquila.—Susurró dando palmadas en mi espalda.—Respira y luego me lo cuentas.

Asentí con la cabeza con dificultad.—Me han echado de mi habitación. Tenía dinero guardado para ello y ... Me lo gasté.

—¿Por qué no me pidió un adelanto?

—Da igual, ya está todo perdido.

—¿Y donde va a vivir?

—Buena pregunta.—Suspiré.—Iré a algún albergue, o... No sé.

—¿En un albergue?—Asentí. El se quedó mirándome unos segundos.—Espérame en la azotea cuando todos se vayan ¿De acuerdo? Ahora a trabajar.

¿Me echará?

(...)

Miraba la caja de cigarros que tenía entre las manos fijamente. El chef aún no llegaba y no se si me daría tiempo a coger uno. Miré a ambos lados, nadie estaba allí. Saqué un cigarrillo y lo encendí cuando estaba en mi boca. Aspiré el humo, luego lo solté poco a poco con los ojos cerrados. ¿Y ahora a donde iré?

—¿_____?—Me miró extrañado al verme con el cigarro en la boca.

—Oh, lo siento chef.—Fui a apagarlo.

—No, no. Tranquila.—Me paró para que no lo hiciera.—Solo se me hizo raro verla fumando.

—Bueno, solo lo hago cuando estoy muy estresada.—Suspiré.—Lo siento por gritarle.

—Tenía sus motivos. Uno no siempre aguanta las quejas que no valen de nada.—Agarró mi paquete de cigarrillos.—¿Puedo?—Asentí. Se lo metió en la boca y lo encendió.—Bueno.. Cuéntame. ¿Qué pasó con el dinero?

—No... No puedo contarlo.

—Tienes que contármelo, si quieres vivir conmigo.—Me atraganté con el humo del cigarro y empecé a toser fuertemente. Daba pequeños golpes en mi espalda.—¿Está bien?

—¿Con... Con quién?—Le miré.

—Conmigo.

—Pero... Osea. ¿Aquí? ¿En su casa?

—No se altere.—Contestó frío. Maldito borde.—En mi casa, pero en una habitación que tengo. No creería que dormiría conmigo.. ¿Verdad?

—No, claro que no pero...

—Pues dime.—Me interrumpió.—¿Qué pasó con ese dinero?

—No se si...

—¿En serio pretende dormir en un albergue?

—Le perseguí.—Susurré.—A ese... A ese restaurante.

—¿Me perseguiste?

—Si...—Me tapé la cara.—Yo... No se por qué. Me entraba curiosidad.

—¿Curiosidad de dónde iba a comer?

—No, por su cita.

—¿Por qué?

—No sé.—Encogí los hombros.—Quería ver con quien había quedado. Como usted es tan serio, se me hacía raro pensar que tenía novia.

—¿Me está llamando feo?

—No, serio.

—Claro...—Se pasó la mano por su pelo.—¿Vamos a buscar sus cosas?—Susurró.

—Si, chef.

Cogió unas llaves y nos dirigimos al sótano por mis pertenencias. Al subir de nuevo, guardó las cosas en su coche y nos dirigimos a su casa. Dejó las cajas encima de la cama.

—Esta será su habitación. ¿Le gusta?

—Basta con dormir bajo un techo, chef.

—Cuando nos levantemos, la llevaré a la calle de atrás de mi restaurante, para que los demás dejen de pensar mal ¿De acuerdo?

—Si chef.—Sonreí.—Gracias.

—Bueno, a dormir. Que es tarde.

—Si, chef.

El Chef. {G-Dragon Y Tú}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora