Capítulo XI

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Cada día se cohibía menos. Cada día Eva era más indiferente a los ataques, y estos solo la alentaban a ser buena aunque no obtuviera ningún beneficio a cambio. De hecho, desde ese día, Eva se esforzaba por sonreírle más a las personas aunque estas le pagaran con un insulto o una mirada de condenación o una carcajada. Ayudaba a los más pequeños, en los cursos inferiores, participaba más en clases y hasta se ofrecía a ayudar a los que no tenían idea de lo que hacían. Los únicos que no rechazaban esta ayuda eran los que habían llegado después, los que no tenían tantos prejuicios y los que no hacían tanto caso de lo que los demás hacían, aunque sí percibí cierto recelo en sus actitudes que revelaron que en realidad sí escuchaban los rumores y no los pasaban por alto. Era esa actitud que delataba a los que preferían seguir con el rumor y no convertirse en uno.

No sabía qué era lo que la hacía tan libre, pero cada vez era más capaz de volar. Seguía sin tener a nadie que la llamara por su nombre; seguía caminando sola en medio de los aullidos de las bestias. Seguíamos viviendo el juego cruel de querer hundirla en la vergüenza, pero Eva surgía. Eva seguía soñando con sus ojos utópicos y parecía que en sus sueños, ella siempre ganaba. Ella triunfaba y era la conquistadora de su propio mundo.

Yo no habría crecido con la convicción de que se puede vivir de sueños si no la hubiera visto a ella hacerlos realidad. No habría creído que fuera posible sobrevivir a fuerza de voluntad mientras en el presente, en lo físico, te mordisqueaban los tobillos para no dejarte avanzar. Se podía arrastrar para llegar porque los demás la herían para detenerla, pero Eva siempre llegaba, y aunque cada vez la sintiera más presente, más fuerte, también sabía que se iba. Eva se estaba marchando en su mente, y esto no tardaría en ser real para todos los demás.

¿Quién la extrañaría?

Y mi mayor pregunta ahora mismo es: ¿quién es capaz de soportar tanto? ¿Quién es tan fuerte como lo fue Eva?

Muchos años han pasado, y todavía no he obtenido respuesta. Todavía no he conocido a alguien que le asemeje, a alguien que iguale su fortaleza.

EvaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora