Capítulo seis; pain

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Limpiandome los restos de tierra en mis pantalones suspire, volviendo a llevar mis manos a la tubería, uniéndola con la siguiente, ignorando los gruñidos de los caminantes golpeando las vallas antes de ser eliminados por Glenn y Maggie.

Respiré hondo, sin embargo algo llamó mi atención antes de continuar. Rápidamente elevé mi mirada ante aquél sonido, y rogando porque no se tratara de nada grave apresuré mi misión, y acabando de unir las tuberías corrí hacia la verja esquivando a los caminantes acoplados sobre las vallas.

-Rick, espera. -Maggie pidió cuando al abrir la verja para mí pasé de ella y me eché a correr hacia el pabellón.

No quería creer que se trataba de algo malo, ni mucho menos algo grave, sin embargo la ansiedad y preocupación me invadieron, y mis sentidos se agudizaron ante la situación.

Dos disparos más resonaron dentro de la prisión antes de que lograra llegar a ella.

Jadeando di la última zancada antes de adentrarme al lugar.

-¡Mamá! -la voz de Carl provocó que mi tranquilidad se esfumara, y caminando con rapidez logré ser expectante de la escena.

Su nombre fue lo único que escapó de mis labios, y durante un momento creí que la vida de Lori se me estaba yendo de las manos.

-Rápido, tendremos que adelantar el parto.

Desvié mi mirada hacia Hershel, que procurando el bienestar de Lori comenzó a dar las indicaciones necesarias.

-El bebé puede nacer sin problema alguno, pero si queremos que Lori sobreviva necesito algunos analgésicos y utensilios que no tenemos.

Aquellas palabras encendieron mis sentidos y aumentaron el ritmo de los latidos de mi corazón.

-¿Que necesitas? -interrogué rápidamente.

Hershel me observó de cierta forma incrédulo y pronunció el nombre de varios analgésicos que jamás había oído, sin embargo se quedaron grabados en mi memoria de inmediato, dándome tiempo para coger una de las mochilas que yacían junto a la puerta y comenzar a correr fuera del pabellón.

Regulado mi respiración aumenté el ritmo, no obstante, Summer, quien iba montada sobre una de las camionetas que poseíamos me detuvo.

-¡Sube, no hay tiempo! -exclamó.

Volviendo a correr aumenté mi paso hasta llegar a la verja, y abriéndola de un solo golpe dejé el paso libre para que Summer avanzara nuevamente y saliera de la prisión. Cerré una vez más la verja, y esquivando a los caminantes me hice paso hasta la puerta del conductor.

-Yo manejo -me apresuré a decir.

La castaña rapiamente obedeció, y ayudándose de sus manos pasó al asiento del copiloto.

-Diablos -farfulle golpeando el volante, para sin más pisar el acelerador.

El rechinido de las ruedas quemando el asfalto cuando estuvimos en la carretera me ponía más nervioso, y el no hallar algún pueblo o algún lugar donde pudiéramos hallar lo necesario me ponía los pelos de punta.

El viaje continuó así algunos minutos, hasta que cuando a lo lejos un pueblo comenzó a aparecer Summer habló:

-Conozco éste lugar -la observé de reojo-, solo sigue derecho y en el primer desvío ahí va a estar.

Fruncí el ceño girando el volante ante la primera intervención y maldecí una vez más al observar como un grupo de caminantes impedía nuestro paso.

Gruñí, y cogiendo mi cuchillo abandoné la camioneta, para así, sin sin compasión rebanar el cráneo del primer caminante.

-¡Vete! -gritó Summer, conforme se deshacía uno a uno de los caminantes-. ¡Verás de inmediato la clínica; ve, Lori te necesita! -exclamó.

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