Capítulo 10

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♦POV Subaru

Toda la escuela estaba en conmoción. La muerte de un joven siempre afecta mucho. Era un día gris; no llovía, aún. Las nubes amenazaban, mas ni una gota caía.
Al menos el clima reflejaba el corazón de los alumnos. Es realmente molesto cuando alguien muere, pero hay sol. Es como si el mundo se te riera en la cara, como si no le importara tu pérdida. Como si, de algún modo, la festejara.
Divisé el sombrero negro a la distancia. Mejor dicho, un todo negro.
Raito se acercaba a pasos lacónicos. No sé realmente qué fue lo que me impulsó a correr hacia él. Tal vez la empatía. Pasó a mi lado sin mirarme.
Me tragué el orgullo y la vergüenza, lo abracé por detrás.

-Sé lo que son las pérdidas- dije en un susurro.
-Él no tenía que irse así... Merecía más, tenía una vida por delante...

Le besé el cuello (¿¿PERO QUÉ ESTABA HACIENDO??).

-Vámonos. Solo por hoy, vámonos. Déjame... Déjame hacerte olvidar la tristeza un rato, aunque sea unos minutos o unas horas- murmuré. Dudaba un poco de mí, pero si así iba a lograr ayudarle, estaba bien.

Él suspiró, cerró los ojos y se recostó en mí.

-Muy bien, hagámoslo.

Lo tomé de la mano. Nos dirigimos al patio del fondo de la escuela, ese lugar que nadie visitaba y nadie vigilaba. Lo ayudé a trepar la cerca y luego repetí la acción. Ya estábamos fuera; apenas saboreamos la libertad, empezaron a caer gotas. Raito me tomó de la mano, riendo a carcajadas, y corrimos hasta mi casa.
Para cuando llegamos, ambos estábamos empapados.
Raito trataba de recobrar el aire, aunque aún reía. Me agradaba verlo reír.

-¡Me siento tan... Tan... Malo!- dijo, eufórico - ¡Nunca me había escapado de clases!

-Yo... Tampoco- admití.

-Supongo que hay primera vez para todo- se quitó el sombrero y la chaqueta, se pasó la mano por el cabello y sonrió.
Se veía... Hermoso. Todo él era hermoso. Sentí algo extraño; quería que él me conociera por completo, quería mostrarle todo de mí, hasta los rincones más oscuros, para que él los amara.

-Ven, quiero mostrarte algo- dije. Lo tomé de la mano y lo conduje a un cuarto que mantenía cerrado con llave.

-¿Acaso me vas a mostrar tu celda sadomasoquista, Señor Grey?- dijo, riendo.

También reí:
-No, no- abrí la puerta y encendí la luz. Raito abrió los ojos como platos y sonrió de oreja a oreja.

-¡Tus pinturas! ¡Son... Son realmente preciosas, Subaru-kun!- se acercó a ellas para mirarlas mejor. Señaló una en particular.

-Aquélla es fascinante. ¿Quién es la mujer? ¿La conoces o la imaginaste?

-Es mi madre- respondí- Las rosas de plata que lleva son de una canción que ella me cantaba de niño.

-Parece dormida, tan dulce, tan hermosa y pura...

-No está dormida, está muerta- repliqué, con cierta frialdad.

-Oh... Lo lamento.

-No lo lamentes. No llores por los muertos, mejor llora por los vivos. Ellos son los que aún sufren, y sufrirán hasta que mueran.

Raito miró al suelo y sonrió, con lágrimas en los ojos.

-Tienes razón.

Inocencia y Perversión [Raito x Subaru]Where stories live. Discover now