Día Siete

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Esa noche, Etihw y Wodahs hicieron algo muy magistral y que nadie se había dado cuenta....

Pasaron por todos lo más sigilosamente posible para que nadie viera a Etihw sucia y se quedaron en vela lavando y tallando aquella sangre que solo marchaba más aquél hermoso vestido de algodón que había tenido... Lamentablemente no se pudo salvar ni las zapatillas...

Ellos dos no despertaron al día siguiente, era lógico si los hubieran visto y de hecho, fue Yosafire quien, acompañada de sus amigas para lavar sus ropas, encontraron el vestido rasgado de tanto lavar y las zapatillas separadas de la zuela todo sucio y con un terrible olor a cloro, sangre y vísceras... Tan sucio que hasta la misma Rawberry hizo una mueca de asco total

- guhmngh ... ¡APESTAAAAAAAAAA!

Un grito que alteró a todos los presentes cerca, en especial a Greif y Lowrie quienes estaban de paso. Entraron de golpe solo para que ese aroma los golpeara como un puñetazo dado por un titan...

- ¿¡Qué demonios es lo que apesta!? - Exclamó la señorita Greif a medida que se agarraba a Yosafire y Froze quienes se estaban llorando del asco y el sutil ácido que desprendían las prendas - ¡hay que sacar a las niñas de aquí!

- ¡De acuerdo! - Lowrie cargo al resto fuera de la lavandería para llevarlas a la enfermería, donde Grora estaba acomodando los equipos médicos.

Verlas más pálidas de lo normal la alertó lo suficiente para poder atenderlas con otro ángel que le estaba ayudando y así las pobres chicas no pudieron comer por un buen rato hasta que se compusieran del estómago.

....

Oscuridad... Eso era lo único que alguien más podría ver... Oscuridad.

Entre lamentos y lágrimas de petróleo que hinundaban ese cuarto, tres habitantes recién acababan de comer para seguir con sus pocas actividades que tenían... Dos felinas se sentaron sobre sus rodillas, admirando a su amo sentarse en un trono desgastado y deteriorado. Ataviadas las dos con hermosos vestidos negros de hombros inflados, manga larga y cuello redondo, eran cubiertos por una sección de unas camisas sin cuello rígido de color blanco, medias blancas y zapatillas del tipo escolar... Las dos veían a su señor, tristes y el... Seguía triste

-Señor Kcalb... ¿Desea que Ater le traiga algo más?

- Sí, señor Kcalb, ¿Le traiga algo más Ater?

Las dos, ahora no podían ser como querían ser... Pues debían ser en estos momentos, unas fieles mascotas

-¿Desea que juguemos con usted, señor Kcalb? - Las sonrisas de las chicas no se hicieron esperar, pues para la respuesta del mencionado solo fue un suspiro

Algo cargado de melancolía y nanas del pasado, la dama de velo negro ya lo ha visitado y sin embargo, esperaba paciente su siguiente cita pero... ¿Qué daño podía causarle el jugar con sus pequeñas y fieles mascotas? Nada más que pasar el tiempo, buscando no preocuparnos en lo más mínimo...

Si, eso... Eso era lo mejor....

El diablo, cerró sus ojos cambiando su expresión triste y melancólica a una más... ¿Noble se podría decir? - Claro... - Dijo en aquél tono suave y misterioso que usaba siempre - Vamos... Vamos a jugar... Ater... Arbus...

Las dos mascotas se emocionaron de oír eso y por consiguiente, se levantaron de sus lugares, dirigiéndose hacia el y con cuidado, lo ayudaron a levantarse y llevarlo a un sitio de esta inmensa y esplendorosa oscuridad que los acobijaba en su manto del pasado y muertes... Para así poder jugar hasta que la eternidad encuentre la luz del diamante blanco iluminando ese jardín de flores negras, quienes eran las mismas almas susurrantes que permitían guardar secretos y nadie más escuche...

"Estaremos siempre con usted, mi amo... Nosotras no lo abandonaremos jamás mientras, este en nuestras posibilidades... Amo Kcalb"

The black Flower, the white diamondWhere stories live. Discover now