Capítulo Final

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— ¿Puedes dejar que te explique?

— ¡No quiero escucharte, Camila!— Grité, levantándome de la cama para poder confrontarla mejor.

— No huí por las razones que piensas... No huí porque quise ser una adolescente rebelde, no fue por miedo al compromiso o porque no quería casarme contigo, no lo hice para llamar la atención ni porque desperté un día y pensé 'irme de casa sería una buena idea para preocuparlos a todos'... Lo hice por mí, lo hice porque quería empezar una nueva vida lejos de todo.

— ¿Y no pudiste pensar en cómo todos nos íbamos a preocupar? ¿No pudiste pensar en cómo yo me iba a sentir al saber que mi novia me emborrachó en una fiesta para poder huir con mi auto al día siguiente? ¿No pudiste pensar en que así como tú te sentías atrapada yo iba a sentirme como una basura por no poder ayudarte?

— Esto no se trata de ti— suspiró, pasándose una mano por el cabello. Se levantó de la cama y envolvió la sabana alrededor de sus hombros—. Se trata de mí y de como yo me sentía. Era algo que necesitaba hacer sola, ¿entiendes?

— Si lo entiendo, Camila— espeté—. Lo que no entiendo es la necesidad de armar todo este circo y hacernos formar parte de el cómo unos payasos. Pudiste habernos dicho y te habríamos apoyado. Dios, sé que tus padres hubiesen enloquecido pero tú no tuviste que verlos llorar por horas y derrumbarse porque creían que nunca más iban a volver a ver a su hija... Camila, yo te hubiese podido ayudar, si necesitabas un auto te lo compraba, si querías ser libre como los pájaros yo misma te hacía unas alas para que volaras. Pero si nunca me decías la verdadera manera en la que te sentías yo nunca iba a poder saberlo, nunca iba a poder ayudarte. Y lo que me duele no es que te hayas ido, sino el hecho de que no confías en mí ni para contarme cosas como esas— admití, vocalizando finalmente lo que en realidad me molestaba de toda la situación con Camila. Ya ni la broma que me había hecho en el hospital me importaba, esta vez era mi enojo por su manera de llevar sus emociones el que hablaba por mí.

— No es que no confíe en ti, Lauren— su voz se quebró y pude ver como las lágrimas caían por sus mejillas. Tenía tantas ganas de abrazarla en ese momento, aunque sabía que no era correcto hacerlo—. Es solo que no podía, cada vez que lo intentaba yo pensaba que ibas a tratarme como si fuese una loca y me llevarías a un psiquiatra y le dirías que me internara con urgencia. Tenía miedo, Lauren, y en vez de enfrentarlo todo pensé que lo más fácil sería huir, pero en realidad es cierto eso de que es mejor afrontar los problemas, hacerte amigo del miedo y estrechar su mano, reír juntos y luego asumir las consecuencias. Pero yo no lo sabía, yo ni siquiera sabía quién era. Todo lo que quería era poder salir del hoyo en el que estaba metida, yo quería callar a las voces en mi mente, yo quería ser libre.

— ¿Y lo fuiste?— Pregunté con un nudo en la garganta. Para ese punto de nuestra discusión, yo también estaba llorando.

— Al principio me sentía atada, como una prisionera en mi propia mente, en mi vida, en mi casa. Sentía que no tenía el control de nada y que todos manejaban mi vida a su antojo. Me sentía atrapada, ¿sabes? Solo quería una salida, un escape, algo de lo que yo tuviese el control. Y lo tuve por todo el tiempo que me fui de casa. Estaba en total control de mi vida y se sintió bien. Me sentía libre, como deben sentirse los pájaros... pero hubo un momento en el que dejó de sentirse bien, y ya volvía a sentirme como una prisionera. Ahí fue cuando me di cuenta de que tal vez mis padres habían controlado cada segundo de mi vida y habían escogido como sería mi futuro. Tal vez ellos la manejaban a su antojo, pero yo era quien tenía el control. Siempre lo he tenido. Siempre he sido libre, Lauren. Solo que no lo sabía, no lo entendía.

— En tu carta dijiste algo parecido....— Camila asintió.

— Me tomó dos días darme cuenta de que yo misma me metí en una prisión y de que era solo yo quién tenía la llave para salir.

Ver a Camila en un estado tan vulnerable, hizo que mi corazón de hielo se derritiera hasta convertirse en agua caliente. Verla tan frágil, diciendo todas esas cosas sobre sentirse atrapada en su propio cuerpo, cambió los elementos en mi balanza. Y saber que la misma chica que siempre tenía una sonrisa en el rostro y que me recordaba que en todos los días había algo bueno, también podía pasar horas llorando hasta dormirse, fue la gota que derramó el vaso.

Me acerqué a ella algo insegura y limpié sus lágrimas con mi pulgar. Coloqué un mechón de cabello detrás de su oreja y la miré fijamente a los ojos, hasta que me incliné para besarla.

Al separarnos, noté que Camila volvía a llorar y limpié sus lágrimas de nuevo. Las limpiaría un millón de veces en un día si fuese necesario.

— ¿Estamos bien?— Preguntó Camila con esperanza.

— No.

N/A

No me quiero poner sentimental porque esto aun no termina. Sin embargo, quiero tomarme un momento para agradecerles a todos por tomarse el tiempo de votar, comentar y especialmente de leer.

¡Los espero en la secuela! (:

gone; camrenWo Geschichten leben. Entdecke jetzt