— Ninguna de mis manos sirve y tengo muy poca coordinación. Si la primera vez te rompí la nariz ahora seguro te rompo la cabeza y esta vez no tenemos nada para cubrirnos las espaldas.

Camila hablaba y yo la ignoraba, porque estaba muy ocupada acomodando las almohadas para estar más cómoda, y ella parecía no notarlo porque no dejaba de hablar.

— ¿Te vas a sentar tu o quieres que te ayude?— Le pregunté. Camila dejó de hablar y entrecerró los ojos.

— Lauren, hablo en serio, puedo ponerme en dos, en cuatro, en tres y hasta de cabeza si quieres pero no encima de tu cara.

— Pero Camzzz, por favorrr— le pedí, alargando las letras para que cediera.

— ¿No me quieres hacer el amor en el techo mejor?

— No. Te quiero aquí. — Señale mi cara y ella suspiró resignada.

— Bien, pero si te rompo la nariz de nuevo te toca a ti inventar una buena excusa.

— Shh, hablas mucho— la callé, haciéndola rodar sus ojos.

Camila gateó hasta donde yo estaba en la cama y se colocó encima de mí, rozando sus senos lentamente con los míos, dejándolos muy cerca de mi boca. Cuando estaba por empezar a besarlos, se levantó con una sonrisa lasciva. Ella sabía lo que hacía y lo que provocaba en mí.

Esa noche Camila se sentó en mi cara, no una, sino dos veces... Y no, no rompió mi nariz.

*

— Tengo tantas preguntas, Camz— le dije, mientras acariciaba su cabello y ella estaba recostada en mi pecho. Después de casi una hora parecíamos habernos saciado y ahora estábamos descansando.

— Dime.

— Primero que nada, ¿por qué ni las chicas ni nadie ha venido a buscarnos aun?

— Puede como puede que no que le haya dicho a las chicas que mantuviesen a nuestros padres ocupados después de año nuevo...

— ¡La fiesta!— Exclamé de repente, recordándola.

— Lauren... La fiesta era solo una excusa.

Entendí entonces por qué nadie había subido a mi habitación. Le había dicho a mis padres temprano que iría a otra fiesta después de año nuevo y seguramente pensaban que ya me había ido.

— Veo que planeaste todo... ¿Cómo estabas tan segura de que íbamos a terminar así?— Le pregunté con escepticismo.

— Mírame, soy irresistible— bromeó.

Camila y yo nos quedamos en silencio luego de eso. Yo tenía muchas preguntas para hacerle, necesitaba aclarar cientos de cosas, pero en ese momento, mi mente estaba completamente en blanco. No se me ocurría nada para decirle.

— ¿Tu... Tu recibiste mi carta?— Preguntó ella, con un toque de inseguridad en su voz.

— Si, en navidad.

— ¿Navidad? Pero te la mandé como tres días después de que me fui.

— Sophie me la dio.

Camila se levantó de la cama y se sentó al estilo indio. Me miró con el ceño fruncido y se quedó pensativa.

— ¿Qué hacía Sophie con mi carta?

— ¿Como iba a saberlo? Tienes boca, pregúntale a ella.

— No me hables así— me reclamó.

— ¿Y cómo pretendes que te hable?

— ¿Con respeto?

— Perdiste ese derecho desde que te burlaste de mi como si fuese un juguete. Agradecería que no vinieras a pedirme que te respete cuando tú fuiste la primera que me faltó el respeto a mí.

gone; camrenWhere stories live. Discover now