El nuevo estudiante

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   Una débil y agradable luz se introducía suavemente por mis parpados, me revolví en las tibias cobijas y luego me estiré tanto como pude.

—Al fin despiertas enano—. Escuché que decía Will.

     Cuando abrí por completo los ojos él se estaba acercando a mí. Mi corazón, sin poder evitarlo, empezó a palpitar con fuerza. William se pusó de rodillas junto a mí, y con ternura acarició mis cabellos y luego me beso la frente. Sin poder evitarlo me sonroje, lo de anoche no había sido un sueño de eso estaba seguro pero… era tan irreal.

— Buenos días— Saludó mientras me observaba—.  ¿Cómo has dormido?

— Muy bien—Respondí, mientras me restregaba el rostro.

— Eso parece — Se puso de pie—. ¿Sabes? Te has levantado justo a tiempo. ¿Te apetece ir al instituto hoy?

     ¿El instituto? Ah mierda, me había olvidado de toda esa basura.  Ya llevaba tres días ausente. Lo correcto era ir y ponerme al día con las actividades, aunque en realidad no tenía ganas.

— No — Respondí saliendo de las cálidas cobijas —. Pero lo mejor será ir.

     Iría solo por el bien de mi intelecto.  Cuando me incorpore fui por mi abrigo… pero sentí que algo me jalaba.

— ¿Qué crees que haces? –Me preguntó Will.

— ¿Vestirme…? — Contesté aunque ya era lógico.

— ¡A NO! ¡CLARO QUE NO! — Me empujó al cuarto de baño.

— ¿Qu… Qué haces?

— Dúchate primero –Ordenó, cerrando la puerta del baño. Dejándome solo en esa gran habitación.

     No tenía escapatoria. No es que me molestara ducharme, claro que no. Es más amo ducharme por las mañanas pero ya era muy tarde para eso, las clases empezaban en menos de 15 minutos. Si me duchaba no llegaríamos a tiempo.

— ¡No hay tiempo! –Grité.

     Intenté abrir la puerta, girando el picaporte, pero era imposible.

— Ni lo intentes enano — Su tono era calmado —. ¿Sabes? me quedare aquí en la puerta y no te voy a dejar salir hasta que estés reluciendo de limpio.

     Escuché como se sentaba frente a la puerta. ¡SE HABIA SENTADO EN LA PUERTA! ¿ERA ENSERIO?

— Te he dicho que no hay tiempo —Intente, nuevamente, girar el picaporte de la puerta.

— Yo que tú me ducharía, hablar solo te hará perder el tiempo.

     Solté un quejido y rápidamente me dispuse a ducharme. Me quité toda la ropa y me metí a la ducha. Mientras lo hacía escuche a William del otro lado de la puerta, estaba tarareando impacientemente “The reason” de Hoobastank.

— ¿Ya te has duchado? —Preguntó, notablemente estaba inquieto—.  Si sigues así terminaras acabándote el océano atlántico.

— ¡Deja de apresurarme! –Me quejé.

— Vale, vale —Su voz sonaba divertida—. Lo que digas.

     Me envolví la cintura con una toalla y… ¡Mierda! No tenía nada de ropa para vestirme. Y ni loco me volvería a poner la ropa que traía antes.

— ¿Ya has terminado?— Preguntó por décima vez el gangster.

— Pues… algo así— Aclaré. ¿Qué podía hacer en este caso?

¡No me voy a enamorar! (Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora