¿De verdad creí que podría hacerlo siquiera? ¿Pensaba que este día, en especial, sería la diferencia? Que él llamaría como aquellos primeros días luego de que me marché y que esta vez yo me atrevería a tomar esas llamadas. Que todo sería... diferente. Que podría cambiar.

No.

—Hola...

Me percato de la voz de Monica naciendo desde el comedor al salir por fin de mi habitación. Me sonríe por un momento, y luego esconde su nariz tras la humeante taza de café que sostiene entre sus manos delgadas.

Y no puedo contestar, simplemente. Ni con gestos ni con palabras. El ardor, y la ráfaga de pensamientos que me atestaron antes de poner un pie fuera ya me habían dejado sin habla, sin la mera voluntad de hacer un intento diferente. Sólo me acerqué, ubicando sobre la mesa un vaso con agua junto a un par de cajas de esos mismos medicamentos.

No recordé, la última vez que el día de mi cumpleaños me tenía así de atormentada.

—Aquí está... tu medicamento—susurra, un tanto apenada. Su sonrisa cedió casi al instante en que mi silencio le hizo segunda a ese saludo coloquial.

—Gracias.

Cojo una pastilla de cada una de las cajas aún sin ser capaz de estudiarla, resoplando por lo incómodo de la pronta situación, maldiciendo, como siempre, mi suerte entera. Por suerte, los multivitamínicos que estaba tomando terminarían pronto, quizá una semana más. Se suponía que aumentarían mi apetito y me darían nutrientes al mismo tiempo pero, desde que comencé con el tratamiento, no aparentaban hacer su trabajo bastante bien.

Ingiero de un solo trago las dos pastillas asignadas a ese día. No añado más, ni siquiera me termino el resto del vaso con agua, y me giro para ubicar mi portafolio tendido en uno de los sofás de la estancia y guardar algunos documentos que había organizado la noche anterior. Todo bajo la callada sensación de que ella, aún con esa taza de café cerca de su rostro, continuaba mirándome.

—Oh...—brota de sus labios mientras me mira, como si ni siquiera hubiese tenido la intención de emitir sonido alguno.

—¿Ocurre algo?—me aseguro de haber terminado de guardar y no haberme olvidado de nada antes de volverle a mirar.

—Nada, es que...—se encoge de hombros, acomodándose a la altura de sus hombros su bata de dormir favorita—.                   No creí que irías a trabajar hoy, es todo.

—¿Por qué no iba a ir a trabajar hoy?

Frunce el gesto con un deje de incertidumbre entonces. Y me acerco a ella delicadamente y ya con mi portafolio tendiendo de mi mano derecha, debía irme. De hecho, no debí haberme quedado dormida más de la cuenta, ni mucho menos, aguardar a que mis pensamientos me llevasen por rumbos que ni en broma quería volver a tocar.

La verdad es que, el trabajo en Ralph Lauren se había convertido en la coartada más vital que jamás creí llegar a necesitar así. A veces, sólo anhelaba alejarme de todo y hacer de cuenta que además de mi pasado, además de ellos, y de mi soledad, tenía una vida también. Responsabilidades, que quisiera o no, pasara lo que pasara, tenía que seguir cumpliendo.

—Porque en tu trabajo normalmente te dan este día libre, quiero decir... Rachel, es tu cumplea...

—...No, no—le corto, interponiendo una mano ya cerca de sus labios para hacerla callar. No había sido, por mucho, la mejor de mis reacciones, y lo entendí. Supe que el tema no pararía con sellar su boca por la mirada digna que me obsequia sólo un segundo más tarde—. Monica, no hay... nada qué celebrar. ¿Está bien? Absolutamente.

Just Good Friends (Michael Jackson Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora