Capítulo 29: He venido por ti.

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Holi, espero les gusta el cap, también gracias por seguir comentando mucho💙🫶🏻

Erin

Me costaba respirar, las costillas eran como astillas que ejercían presión en mi estómago y pulmones en cada intento fallido que realizaba por resollar profundamente. De milagro el llanto cedió, vino a mí un tipo de resignación, la misma que me juré no sentir, pero justo ahora me encontré devastada, totalmente rota en un suelo sucio y con las ratas como única compañía. No quería morir aquí, no quería vivir así. Apreté los ojos cuando una nueva punzada se pronunció en mi estómago. Jadeé, las uñas rasgaron el suelo, la suciedad se deslizó entre ellas, mas no sentí asco. En mi cabeza veía esos ojos azules.

Me esforcé por traerlo a mi memoria, obvié el dolor palpitante en mis sienes, mi búsqueda entre la penumbra de mis pensamientos era más importante. Busqué aferrarme a él, pero no lo encontraba. Caí, caí suavemente en el mar desatado de mis memorias, mis dedos sondeaban entre las olas en busca de algo a lo cual asirse. Lo único que encontré fue el rostro de mi captor; un dolor que no tenía nada que ver con el físico me apretó el pecho.

¿Por qué pensaba en él? No debería, y como una broma de mal gusto, mi mente, a sabiendas de que estos podrían ser mis últimos momentos, lo evocaba a él, precisamente a él, comprender el porqué era demasiado para mí ahora. Así que no luché, me aferré a su recuerdo.

Fui arrastrada de mis cavilaciones al instante en que mi cuerpo, aun sensible, advirtió el tacto de unas manos sobre mis senos. Entreabrí los ojos, lo que me tomó mucha fuerza que obviamente no tenía; entre la confusión, atisbé el rostro de un hombre, cabello negro, piel blanca, rostro atractivo y una oscuridad en sus ojos cegados por la lujuria.

—No. —Me sorprendí al lograr articular una palabra.

—No hagas ruido, solo tomará unos minutos —susurró. Su aliento era asqueroso.

Su lengua rugosa y húmeda se deslizó por el valle de mis senos. Gemí de dolor, ya que se cernió sobre mí, aplastándome las costillas. Difícilmente moví las manos por la amplitud de su torso, empujándolo sin tener mucho éxito en ello. Me removí, mis piernas reaccionaron, se sacudieron con violencia, entonces su mano presionó mi boca, se metió entre piernas y empujó su erección contra mi sexo. Negué con la cabeza, no quería ser violada, no quería.

Luché por lastimarlo mientras mordía mi piel y sus dedos exploraban mi sexo deliberadamente. Sollocé, desesperada. Cerré los ojos sin querer presenciar lo que haría conmigo. El sonido difuso de la puerta abriéndose llegó a mis oídos, pero lo ignoré, temía mirar y descubrir que venían más de sus amigos a ayudarle. Sin embargo, de un momento a otro sus movimientos en mí se detuvieron. Sentí algo húmedo cubrirme parte de mis piernas, seguido de un sonido, se trataban de jadeos descontrolados, el tipo de respiración errática que efectúa una persona cuando corre demasiado o siente gran satisfacción. Temerosa, me aventuré a abrir los ojos de nueva cuenta.

Deseé no haberlo hecho.

El hombre que estaba encima de mí tenía los ojos muy abiertos, el rostro cubierto de sangre, su cabeza se oscilaba hacia un lado, debido a que, parte de su carne se desprendió de su tronco. Fue la escena más cruda y aterradora que haya visto en mi vida. Mi boca se abrió, en busca de emitir un grito que careció de sonido. Por impulso retrocedí como pude, mientras veía a Sasha degollar a ese hombre hasta el punto de casi cortarle su cabeza.

El horror se desbocó en mi interior. Me hice un ovillo, presionado mi espalda contra la pared. Sasha parecía fuera de sí, sus ojos inyectados de odio e ira, su cara salpicada de aquel rojo que en esos instantes se veía muy oscuro. Le temí, le temí como nunca antes y por primera vez en mucho tiempo quise morir. Deseé morir.

Perverso ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora