Capítulo 11

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Capítulo 11


William

Pego un brinco cuando mi puerta es atacada a golpes, reviso la hora y son casi las dos de la mañana. No me había dado cuenta de la hora me entretuve leyendo el último libro de Stephen King que mi padre me regaló porque esa es mi otra pasión además del arte, los libros de suspenso y terror. Los golpes siguen, debe ser alguien que conozco por que el conserje de turno habría llamado si fuese alguien extraño.

—¡Will! —los golpes se hacen más fuertes— Abre la puerta.

Me levanto cuando reconozco la voz llorosa de Gabriel. Abro la puerta me asusto de la apariencia lleva la ropa sucia y está notablemente ebrio, a penas y se puede sostener.

—¿Gabriel? ¿Pero qué...? —se tambalea y a por poco no logro atraparlo y termina en el suelo. Gabriel es solo unos centímetros más alto en comparación a mí, pero si es más musculoso y pesa varios kilos más que yo así que me cuesta mantener el equilibrio para hacerlo entrar y me cuesta todavía más que se siente en el sofá por su propia voluntad, solo quiere que le de algo más de beber.

—Muévete, Gabriel —como puedo hago que se recueste en el sofá y se quede tranquilo, aunque es más difícil de lo que parece—. Vamos quédate ahí.

—Will... —se sienta aun cuando intento que se quede acostado y comienza a llorar— me engañó, me mintió todo este maldito tiempo. Todo —alarga de forma exagerada la primera "o"— que dijo era mentira.

—¿De quién hablas? ¿Qué es lo que sucedió?

—Valentina... ella, la vi —toma mis hombros y me sacude hasta que pone su frente en mi hombro donde suelta el llanto más fuerte—. Estaba abrazándolo, besándolo.

—Am... pero estás seguro de lo que viste, tal vez... es un malentendido.

—¿Un malentendido? —se levanta y frunce el ceño— ¡Crees que tenía la lengua metida en la boca de ese tipo por un malentendido! —se le levanta mientras sigue regañando en que mi comentario es estúpido, pero rápidamente pasa a darle lógica y quiere ir a enfrentar a su novia.

—¡Gabriel! ¡Espera! ¡Creo que no es una buena idea!

—¡Claro que sí! —se me acerca más de lo que debería así que pongo mis manos en sus hombros— Quiero que me diga a la cara que tiene a otro.

—Está bien. Pero voy contigo, déjame ir por mis llaves.

Termino cargándolo con esfuerzo hasta mi auto, lucho otra vez para que se quede quieto y me permita ponerle el cinturón de seguridad, después de un buen rato lo logro y salgo del edificio. Afortunadamente está tan borracho que no hemos avanzado ni dos cuadras cuando ya está dormitando así que unas cuantas vueltas más y está completamente dormido. Me paro a una orilla de la calle para poder buscar en sus bolsillos su teléfono y las llaves de su departamento. Afortunadamente los tiene con él así que lo llevo a casa.

Gabriel ama la paz de estar solo así que el edificio donde vive que bastante lejos del mío. Tardo más de media hora en llegar y ahora me toca pensar en cómo demonios haré para llevarlo arriba.

—Gabriel... —le hablo a penas apago el motor, pero un ronquido es todo lo que recibo como respuesta— Esto será jodidamente difícil —suspiro como tomando fuerzas antes de bajar del auto y rodearlo.

Abro su puerta y le quito el cinturón, intento que se despierte lo suficiente como para no tener que cargarlo por completo, pero parece inútil. Duerme como un oso hibernando. Le grito lo suficientemente fuerte para que mi voz haga eco en estacionamiento subterráneo, con eso logro que al menos se mueva para ayudarme a bajarlo del auto, es toda una odisea cerrar el coche y evitar que caiga al mismo tiempo, pero es más tratar que camine.

En blanco y negroWhere stories live. Discover now