Capítulo 5

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Capítulo 5



¿Qué demonios hago aquí?

Cuando vi a este chico me pareció guapo y cuando la mesera dijo que al parecer tenía un admirador quise tirármelo, no acabar en su casa escuchándolo hablar y hablar y hablar. Es ruidoso y no se calla con nada. Aunque... podría callarlo yo mismo. Pero me parece gracioso que esté nervioso cuando fue él quien me invitó a venir yo estaba muy dispuesto a dormir en el parque, seguro se arrepintió a los dos segundos de haber hablado, pero no se pudo echar para atrás. Es una locura invitar a alguien que no conoces a pasar la noche en tu casa, yo perfectamente podría ser un violador, un ladrón, un asesino o todas, es estúpido, pero igual de estúpido es haber aceptado porque todas esas cosas también pueden serlo él. Aunque la parte de que sea un asesino no me molesta, de hecho, me haría un favor en la vida.

—El arte fue una diciplina en los juegos olímpicos hasta 1948... —he aprendido más cosas de historia del arte en los treinta minutos que nos llevó llegar a su apartamento que en las clases de arte que tuve en la universidad— ¡oh! Y ¿Sabías que Leonardo da Vinci era vegetariano? Hay indicios de que al menos una parte de su vida lo fue. Él amaba tanto a los animales que compraba pájaros enjaulados en los mercados y los liberaba —me rio porque a mí que mierda me importa si da Vinci era vegetariano o no.

—¿Hay alguna forma en la que dejes de hablar? —le pregunto aun riendo y logro que no solo deje de parlotear si no que sus mejillas se vuelvan rojas.

—Yo, lo siento... Entra —tomo su brazo porque parece avergonzado.

—Lo del arte en los juegos olímpicos si lo sabía, incluso ganaban medallas, sus pinturas debían ser de alguna de las otras diciplinas. Aunque lo de Da Vinci no lo sabía —¡joder! Me adelanto y entro en el lugar porque la sonrisa inocente que me da hace unas cosas extrañas en mi pecho y sobre todo en mi entre pierna. Dije que quería tirármelo, todavía quiero hacerlo, pero hay algo más.

Yo debería salir de aquí. El sentir algo más que calentura por alguien siempre ha sido mi señal para salir huyendo, pero ahora me estoy metiendo en la cueva del león.

El departamento es espacioso con una decoración bastante sobria en colores grises, es bonito y me gusta. No tiene puertas que separen una sección de otra si no que todo está dividido por paredes. Desde la entrada puedo ver la sala, el comedor, lo que parece ser un estudio y parte de la cocina. La habitación está aislada por una de las paredes, pero no tiene puerta y la única que hay, asumo que es el baño.

Solo hay una habitación, no sé dónde dormirá él, pero asumo que como soy el invitado me toca la cama. Voy hasta su habitación y comienzo a desnudarme, el chico no dice nada y solo me mira todavía con las mejillas encendidas desde la entrada, me quedo solo en ropa interior, me meto bajo las mantas y cierro los ojos. Afortunadamente no vuelve a decir nada más, pero pongo atención en cada uno de sus movimientos. Da muchas vueltas, tantas que por un momento quiero gritarle que pare, pero finalmente entra en la habitación y con delicadeza seguro pensando que ya estoy dormido retira el edredón y se mete a mi lado. Eso me sorprende, no creí que se acostaría conmigo.

Debo estar loco... —susurra antes de moverse en la cama y unos minutos después noto que su respiración se hace más pausada y un tanto fuerte, incluso se le escapa un ronquido. No puedo creer que se haya dormido tan rápido

Abro los ojos y a pesar de que las luces están apagadas por la ventana entra la luz de la luna dejándome ver sus facciones. Puedo detallarlo, su cabello que antes pensé que era negro de hecho es castaño, su nariz es respingada, aunque un tanto ancha en la parte inferior y su boca es lo que más me gusta de su rostro, sus labios son gruesos, el superior más que el inferior y además se respinga en el arco, estoy seguro que cuando estira los labios este choca con su nariz.

En blanco y negroМесто, где живут истории. Откройте их для себя