Promete

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Se fijó en el calendario que señalaba "2 de mayo". Kyle se iría el sábado en la mañana, estaba sentada con el mentón apoyado en su mano mirando a Kyle salir de la cama como Dios lo trajo al mundo. Natalie sonrió, viendo el perfecto trasero musculoso de su novio, en ese momento él la atrapó.

Una sonrisa pervertida se instaló en el rostro de él y Natalie se sonrojó de pies a cabeza.

— ¿Te gusta lo que ves? —Aquella pregunta la hizo sonrojarse aún más, si es que era posible.

Se obligó a si misma a no apartar la mirada. —Tal vez —musitó con timidez, sus mejillas ardían.

— ¿Si? —le preguntó, la pelirroja asintió al tiempo que le sonreía tímidamente.

Kyle sonrió aún más, le guiñó un ojo mientras entraba al baño.

—Dios mío —exclamó en voz alta Natalie.

Enterró el rostro en la almohada. Mientras pensaba en cual sería la sorpresa que le tenía, apartó el cabello de su rostro y miró a la puerta. Ella estaba algo nerviosa, Kyle se iba a ir pronto y ella no quería que se fuera.

— ¿Qué pasa amor? —levantó la cabeza de la almohada para ver esos hermosos ojos azules preocupados.

—Quiero irme contigo —musitó Natalie mordiéndose el labio.

Él frunció el ceño y agitó la cabeza en negación. —No puedes... —ella lo interrumpió.

—No voy a bailar... yo solo quiero estar contigo —desvió su mirada.

La expresión de Kyle se ablandó con ternura. Se sentó en la cama, y acarició la mejilla de Natalie con el dorso.

— ¿Y si te enfermas? —cerró los ojos, después los volvió a abrir y la miró con inquietud.

Intentó buscar las palabras exactas. —Ya me he enfermado antes y tú también —le recordó.

—Lo sé, pero no quiero ponerte en peligro —su voz se rompió y sus ojos se llenaron de lágrimas—. Eres todo para mí.

—Tú también lo eres todo para mí —le dio una mirada compresiva y cariñosa, al tiempo que apoyaba su mano en la pierna de él.

Natalie le regaló una sonrisa, trepó al regazo de Kyle y se acurrucó, sintiéndose segura allí.

—Puedes venir —aceptó Kyle, acariciando la espalda de ella con movimientos rítmicos.

Ella levantó la mirada, sorprendida. No esperaba que diera su brazo a torcer tan fácilmente.

— ¿En serio? —Pestañeó sin recuperarse de su sorpresa. Ambos eran orgullosos y tercos, ninguno daba su brazo a torcer.

Kyle asintió. Él solo estaba tapado con una toalla, su cuerpo estaba húmedo de la ducha. Ella pasó un dedo por él pecho de él, bajando desde la clavícula a la línea de vello que guiaba de sendero a su vientre.

Kyle se estremeció. — ¿Uno más? —preguntó Kyle de manera picara y tierna a la vez.

El rostro de Natalie se calentó. —Uno más —acordó, mirándolo con firmeza con esos ojos azules oscuro.

La levantó y la colocó en el centro de la cama, se subió a horcajadas encima de ella. Enterró sus manos en el suave pelo rojo-zanahoria de ella, mirando hipnotizado aquellos hermosos ojos que le aceleraban el corazón. Acortó los pocos centímetros que los separaba y unió sus labios a los de Natalie, un beso hambriento y urgente.

Una extraña bailarinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora