Aruba

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Kyle encontró a Natalie mirando el techo de la habitación, se habían quedado la noche anterior en la habitación de huéspedes pero como su madre estaba, debían darle a ella la de huéspedes.

—Lie, ya puedes entrar —Su voz la sacó de sus pensamientos. Ella levantó la cabeza y le sonrió a Kyle.

—Gracias —Kyle casi podía ver las ruedas girando en la cabeza de Natalie—. ¿Cómo haces para verte sexy recién salido de la ducha?

Se rio y la miró, ella lucia seria, él agito la cabeza divertido.

—Soy sexy, eso se aplica en todo momento ¿no? —Ella negó con la cabeza.

—Cuando estás cansado no, pero bueno cuando despiertas te ves lindo —le sonrió. Él vio su piel pálida ponerse roja. Él amaba hacerla sonrojar, era algo sumamente tierno.

—No más que tú —coqueteó él, ella se levantó y él la tomó entre sus brazos. La apegó a él.   

—Soy horrible cuando estoy agotada y muy espantosa cuando despierto, mi cabello parece la melena de un león y mi rostro es espantoso, con marcas de la almohadas y los ojos hinchados —Él se rio y besó la mandíbula de ella.

Natalie estaba nerviosa, porque Kyle estaba desnudo bajo la toalla. Se alejó de ella, tan rápido que no lo vio venir. Natalie se encontraba estupefacta ¿Qué había sucedido? Miró a Kyle con los ojos abiertos y los labios entre-abiertos.

—Entra al baño, Natalie —escuchó suplica en su voz.

Entró al baño sin pensárselo dos veces. De nerviosa pasó a confundida. La ducha ayudó mucho, la necesitaba ya que esta calmó su frustración. Cuando salió del baño, Kyle ya no estaba. Se dispuso a vestirse, se puso un conjunto de ropa interior de color blanco, era un modelo bastante bonito y sexy.

El vestido le quedaba entallado a la perfección y agarró unos tacones de 5cm de color beige. Peinó su cabello en un semi-recogido, el maquillaje fue natural y sencillo. Se puso los aretes que Kyle le regalo, tenían la K y N pegadas.

Bajó las escaleras, escuchando risas y conversaciones, escuchó la voz de Krone. Seguro acaba de llegar, pensó Natalie, en el momento que entró, todo el mundo volteó a verla y fue muy incómodo para Natalie. Todos iban vestidos semi-elegantes como ella había previsto.

—Natalie, luces preciosa —Alicia se acercó y le besó ambas mejillas.

—Igual tú, Alicia —Ella le sonrió a Alicia con amabilidad.

—Hola Natalie —Krone la abrazó.

—Hola, Krone —saludó con afabilidad y timidez.

En cuanto sirvieron la cena, todos hablaron de distintos temas y rieron. Fue bastante cálida. Habían terminado la cena y estaban en la sala tomando té, café, chocolates y galletas cuando sonó el timbre. Katrina fue a abrir y Natalie estaba sentada en el brazo del sofá, al lado de Kyle riendo de las anécdotas que Thomas contaba.

Cuando dos personas entraron, haciendo interrupción al abuelo de Kyle, miraron a las dos personas, Candy  y Wayne. Candy lucia apenada, pero Wayne la sujetaba del brazo, algo estaba pasando.

—Kyle ¿podemos hablar? —preguntó Candy sin mirarlo a los ojos.  

—Sí, dilo —respondió él sin darle importancia.

—Hmm en privado —musitó nerviosa.

—Claro, ya vuelvo, nena —dijo mirando a Natalie.

Los vio alejarse en dirección a la cocina, todos miraron a Wayne que se quedó allí, corrió escaleras arriba y se colocó en la pared donde se podía escuchar lo que se decía en la cocina. Natalie logró escuchar los murmullos.

Una extraña bailarinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora