Su sonrisa

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Era imposible no admirar la mansión, era tan hermosa e imponente. Siendo consciente del brazo de Kyle que estaba envuelto alrededor de su cintura, aquella escena parecía sacada de un libro.

—Es muy hermosa —comentó Natalie sonriéndole a Kyle.

—Lo es, pero me gusta más cuando estás en ella —le susurró al oído.

— ¿Vives solo en esta mansión? —le preguntó, muerta de curiosidad.

—En realidad es de mi madre, yo vivo en el ático de un edificio del centro —ella miró hacia arriba.

— ¿Por qué no me llevaste a tu ático? —Una comisura de su boca se elevó.

—Porque no me gustaría dejarte sola, aquí está mi madre y tu abuela —le explicó—. Ambas te cuidaran cuando me toque viajar por el tour.

— ¿Cuándo te vas? —ella no quería separarse de él, de solo saber que pronto se iba a ir Kyle, le dolía en lo más profundo de su alma.

—El 4, Lie —le dijo, abrazándola más fuerte.

— ¿Por qué no puedo ir contigo? —al escuchar el dolor en la voz de ella, Kyle la hace darse la vuelta suavemente y toma el rostro de Natalie entre sus manos.

—Aun no, nena, quiero que te recuperes por completo —murmuró mirándola directamente a los ojos—. Vendré siempre que tenga tiempo —Levantó la barbilla de Natalie con delicadeza.

Recortó los pocos centímetros que los separaba y junto sus labios con los de Natalie, comenzó como un beso suave, el cual enseguida profundizó haciendo gemir a Natalie. Sus lenguas tenían una danza apasionante que volvía fuego las venas de ella y calentaba cada parte del cuerpo de Kyle.

Un beso que hizo a Natalie pegar más su cuerpo al de Kyle, si es que era posible. Kyle se separó lentamente, con la respiración agitada y con las pupilas dilatadas, miró los ojos de Natalie, los cuales estaban más oscuros de lo normal y vidriosos.

—Quiero ir contigo, Kyle, ya estuve lo suficiente lejos de ti —Kyle niega con la cabeza y hace una mueca.

—Lo sé, mi amor —Deposita un casto beso en su frente—, pero tu salud es primero que todo.

—Bueno, tenemos 5 días antes de que tengas que irte —musitó Natalie pensativa. Kyle sonrió de forma socarrona y hasta picarona.

— ¿Qué quieres hacer? —le preguntó Kyle juguetón.

— ¿Tiene la mansión una piscina? —esa pregunta lo hace fruncir el ceño.

Asintió suavemente. —Sí ¿Por qué?

—Entonces lo que vamos a hacer hoy es: nadar, comer junto a la piscina y llevar un poquito de sol, me siento tan pálida como un muerto —Ella miró sus pálidos brazos.

—Entonces, vamos a tener que ir de compra, Lie, porque tu ropa aun no llega —Ella frunció el ceño.

— ¿Y si nos rodean los paparazis? —Su voz tembló al preguntar.

Él la mira con ternura. —Nadie nos molestará, la gente sabe que acabas de salir del hospital —Colocó una mano en la mejilla de Natalie, ella se apoyó en la mano y cerró los ojos.

—Entonces, vamos —le dio una tímida sonrisa.

La sonrisa que le da Kyle a Natalie, la hace sonrojar, la lleva al garaje donde toma una llave de un tablero y la guía hasta un Audi negro. Le abrió la puerta, la ayudó a entrar y cerró la puerta. Natalie se colocó el cinturón y evaluó su ropa, el cual constaba de unos Jeans, una blusa blanca, un abrigo beige y unas sandalias blancas. Su cabello estaba trenzado de lado y no llevaba nada de maquillaje.

Una extraña bailarinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora