1

3.7K 201 43
                                    

Durham, Carolina del Norte.
Diciembre 2013.

Ella era diferente, las buscaba diferente; pero a ella no la busqué. Ella era un trabajo.

La observé con interés, su cabello castaño largo era ondeando por el viento. La vi abrazarse a su anorak, hacía frío. Diciembre era un mes atroz en Carolina del Norte. La miré mientras ella observaba la tumba de sus padres. Ella desconocía tanto; pero yo no era el indicado para decirle. No, no iba abrir mi boca. Aragón me había dado una orden. Dar con la legión que atormentaba al linaje de la mujer a quién observaba. La estaba siguiendo. No dijo nada sobre no estar cerca de ella.

Me acerqué rodeando su cintura con mis brazos y coloqué mi nariz en el hueco de su cuello. Me gustaba su olor, olía demasiado bien, a rosas.

—Mmm, hueles bien —le dije.

—Gracias —dijo con su voz ronca. Estaba llorando. Paseé mi boca por la curvatura de su mandíbula y se estremeció, la giré para que estuviera frente a mí, sus hermosos ojos se veían entristecidos. Esta chica había pasado por tanto.

— ¿Todo bien? —pregunté, estaba preocupado por ella. Realmente preocupado. Incluso me costaba creerlo.

Después de tantos años, ella había sacado lo mejor de mí. ¡Me preocupaba por alguien más! Lo mejor de todo, ella no se parecía a Katherine, en absoluto; aunque Emma era una mujer muy hermosa (y mi hombre natural la deseaba), ella no tenía ningún parecido físico ni espiritual con la mujer de mi pasado...

«Mierda, no vayas ahí».

Noté como su cabeza se movió en un gesto afirmativo; pero no le creí, ella se quedó en silencio, pegada a mi pecho, la tomé con fuerza. Su olor se impregnó en mí. Desde que la había visto en mi tienda quedé impresionado. Me gustó de manera instantánea. Helena la trajo a nosotros. La consorte era una mujer con una belleza irreal, y una arpía con alas, ella estaba al cuidado de Emma, no sólo ella, era bien sabido que tiempo atrás un guardián respetado había tenido ese trabajo. Para ese entonces sabía poco, la verdad no estaba interesado en investigar a la chica que estaba bajo el cuidado de Helena, así que solo conocía la historia rápida; pero después de ver su rostro, después de tocar su piel, me aseguré de saberlo todo, aún había situaciones que me eran ajenas; pero conocía parte de su pasado. El real, no el de medias verdades que ella me ofreció.

Levanté su rostro y la observé con detalle. Ahí fue cuando lo supe, ella no estaba aquí, no conmigo, su mente se encontraba a kilómetros de distancia, sus ojos brillaban. Ella estaba pensando en alguien más; acaso ella, ¿pensaba en otro hombre?

La sola idea me carcomió por dentro, ella era mi novia. Me sentí traicionado. La consorte nunca jamás informó de que Emma estuviera enamorada de otra persona, de hecho me golpeó en las pelotas cuando supo que la besé, y luego cuando supo que ella era mi novia. Sí, era un ser ruin y egoísta, un desertor de las huestes celestiales, uno que estaba encantado con la humanidad; pero ella me importaba.

No pensé en tener algo con Emma, fue espontaneo, se dio de manera natural, me acerqué para cuidarla, para ser su amigo; pero sucedió. Una tarde no me pude contener y la besé, me correspondió, desde entonces salimos. Ella era especial para mí, y ahora mismo deseaba matar al hombre por el cual ella tenía ese brillo en sus ojos.

Su expresión cambió y eso me intrigó más.

— ¿En qué piensas? —curioseé.

—En ti —dijo asombrándome, sé que no mentía, era como un libro abierto, y su respuesta me llenó de placer. El cambio que vi en su mirada era debido a mí. Quise aullar. Sí, era un maldito engreído de mierda.

El beso de un ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora