6: Jimin

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Estaban castigados.

—¿Cómo podéis montar todo ese estropicio en el baño y por los pasillos y...? —Seohyun miró a Jimin—. No creas que no he olido el alcohol.

Jimin chascó la lengua y miró hacia su derecha, cambiando de pierna.

—Podrías haber sido más listo y haber puesto la lavadora.

—Lo que tú digas. —respondió el moreno, sonriendo.

Seohyun suspiró y buscó apoyo en la mirada de Dongryul. Este miraba a Jimin, quien evitaba a toda costa mirarlo de vuelta.

Hoseok notó un ambiente muy tenso entre ellos dos.

—Hoseok —retomó Seohyun, dirigiéndose ahora a su hijo—, me has decepcionado. Todo el día a vuestros cuartos.

Ambos subieron las escaleras, con algunos pasos de diferencia y, sin haberlo planeado de antes, se miraron antes de abrir sus respectivas puertas. Hoseok odió a Jimin por haberle jodido el día entero, en el que había planeado salir con Taehyung; y Jimin odió a Hoseok por no haberse quedado limpiando.

—¿No eres tú el encargado de limpiar?

—Te mataré, Park Ji Min. No lo olvides.

Dicho esto, el mayor entró en su cuarto y cerró la puerta. Jimin hizo lo mismo, pero cerrando la puerta de un portazo.

Unas horas después, nada más haber terminado de comer, Hoseok, ya en su cuarto, escuchó el sonido de una bicicleta pedaleando. Se asomó a la ventana y allí estaba el chico de la otra vez, el tal Jungkook, con su sonrisa de conejo.

—Está castigado —llamó su atención Hoseok—, ni lo intentes.

—¿Quién dice que lo esté? —respondió Jimin, asomándose también por la ventana.

Hoseok se llevó la mano a la frente.

—Mi madre lo ha dicho.

—Oh, mamá... —rio Jimin— Está exagerando, Jungkook. No te preocupes. Bajo enseguida.

—No —rechistó Hoseok—. No puedes. Y no la llames mam...

—¿¡Qué es eso!? —gritó Jimin, señalando al cielo.

Tanto Hoseok como Jungkook miraron hacia esa dirección.

En un segundo, Jimin ya estaba en la habitación de Hoseok, cerrando la ventana de golpe y acorralando a Hoseok en la pared.

—¿Qué te ocurre en el cerebro?

—Te vas a callar —respondió Jimin, y agarró su pelo para tirar de él. Hoseok hizo una mueca y se detuvo antes de pegarle una patada cuando Jimin añadió—: Eres mi hermano.

—¿Por qué me llamas hermano delante de ese chaval?

—Eso no te importa.

—Entonces le gritaré ahora mismo que...

—¡Vale! Sacaré la basura esta semana.

Hoseok abrió los ojos interesado. Eso sonaba realmente bien...

—No es suficiente.

—No voy a negociar más esto contigo. Te callarás sí o sí.

—De hecho, en cuanto me dejes suelto, bajaré y le diré que...

—Te mataré si hace falta. —concluyó Jimin.

—No si antes te mato yo a ti.

—No lo creo.

—Tú problema —explicó Hoseok— es que siempre crees mal, como yo.

Jimin le cerró la boca con un beso.

—¿Y después de eso qué dices? —preguntó el moreno.

Hoseok se había quedado de piedra. Reunió saliva en la boca y la escupió de nuevo en la cara de Jimin.

—¿Por qué has vuelto a hacerlo? —musitó.

—Porque yo te gusto, ¿no es así?

Las palabras de Jimin eran aparentemente serias, y Hoseok no sabía de dónde había sacado esa conclusión tan estúpida.

Empujó a Jimin para deshacerse de él.

—¿Eso crees? ¿Que me gustas?

—Bueno... —respondió Jimin— No te culpo. Es normal.

—¿Normal? ¿Tú sabes el puto asco que me das?

—¿Y tú a mí? —se defendió Jimin, ofendido.

—Sí, ¡por eso pensaba que estaba claro! ¿De dónde te sacas esa mierda?

—¡Me besaste!

—¡Era para joderte, subnormal!

—¡Sí, claro, y qué más!

—¿Y el beso de la bañera entonces?

—Déjalo —concluyó Jimin—, te partiré la cabeza si alguna vez niegas ser mi hermano.

Salió de la habitación y volvió a la suya para decirle a Jungkook que esperara un momento. Hoseok cotilleó por la ventana y vio cómo Jimin saltaba desde la suya hasta el suelo.

Aterrizó bastante bien, aunque Hoseok supo que se había hecho daño en el tobillo. Y Jungkook no parecía haberse dado cuenta...

Conozco demasiado bien esa cara de dolor y fastidio.

El resto de la tarde Hoseok rezó porque Seohyun subiera a las habitaciones y viera que Jimin se había escapado, pero eso no ocurrió. En cambio, decidió meterse dentro de la habitación de Jimin para coger nuevas ideas dañinas de venganza.

Todavía había algunas bolas de papel higiénico por la mesa, toda la cama llena de migas de galleta, ropa sucia por todo el suelo.

Le entraron arcadas cuando sus pies pisaron unos calzoncillos sucios.

Rebuscando algunas cosas en su mesa, pulsó sin querer el teclado y la pantalla del ordenador se encendió.

Consideraba que atacar con eso era algo demasiado cruel y en ningún momento había pensado en amenazarlo con información de su ordenador. Le extrañó, de hecho, que Jimin todavía no lo hubiera hecho (ya se esperaba cualquiera cosa de él).

Eso no significaba que no sintiera curiosidad por cotillearle. Miró dentro de algunas carpetas y descubrió cosas muy raras que tenía guardadas, como documentales de canguros y libros sobre geometría. Se echó unas buenas risas, pues no se esperaba para nada que Jimin tuviera gustos, aparte de comer, como el resto de humanos.

Pero clickó sin querer en una carpeta que contenía otra carpeta dentro. Y dentro de esa había otra. Y otra y otra. Hasta que llegó a la carpeta definitiva. La abrió, muerto de curiosidad, y tuvo que cerrarla enseguida.

Salió de la habitación corriendo y fue al baño. Cerró la puerta, se lavó la cara y miró al espejo.

Quiso borrar lo que habían visto sus ojos, pero simplemente no podía.

Porno. Toda clase de porno.

—No puede ser... —susurró Hoseok, mirando el lavabo— Ese es su punto débil.

Tragó saliva. Pasados unos segundos supo cuál sería su venganza por todas las perrerías que le hacía.

—Veamos qué tan bajo puedes caer, Jimin.

JiHope ➼ Compartimos techoWhere stories live. Discover now