Bah, se lo merecían, uno por imbécil y a la otra por perezosa.

Justin abrió la puerta un poco despeinado, sin camisa y en un short de dormir. Tragué saliva. Quién se creía este imbécil como podía abrir la puerta estando así, ¿acaso pensaría que era una de las chicas con las que se acuesta y para “ahorrarles” trabajo bajaba casi desnudo?

- Ah eres tú, debí imaginarlo. – Me miró con fastidio.

- Sí, soy yo, ahora llama a Caitlin.  – Dije fríamente. Solo mira a sus ojos, _______(tn), y todo estará bajo control.

- Te dije que está con su novio. - Gruñó.

- Y yo ya te dije que no te creo, así que llama a Cait.  – Exclamé furiosa.

- Vaya que eres terca. Ya te dije que - no - es - tá. – Dijo mientras subía el tono de voz.

- Y yo te digo imbécil. Ahora déjame entrar. – Grité.

-  No, no te voy a dejar entrar. Ésta es mi casa. – También gritó.

- Que me dejes entrar. – Luché contra su cuerpo pero era en vano. Malditos hombres y maldita genética.

- No, no quiero. – Rió. Era más fuerte que yo, le causaba de alguna manera que alguien de mi estatura intentara moverlo.

Duramos un buen rato, yo peleando para que me dejara entrar y el negándose. El muy imbécil me tapaba el paso. Sonreí internamente, porque yo soy más inteligente.

Con una actuación digna de un un Oscar, fingí resignarme, di media vuelta aparentando que me iba. Y como pensé Justin se descuidó y entré corriendo a la casa. Él corría detrás mío pero le llevaba ventaja.

Llego a la habitación de mi amiga y freno se golpe, era cierto. No estaba. Fruncí el ceño.
Sentí que algo chocaba con mi espalda y lo siguiente que pasa es que termino tirasa en la cama de Cait, con Justin encima mío. Me ruboricé.

 Sentía nervios, trataba de mirar a cualquier lugar de la habitación con tal de no ver su rostro tan de cerca. Era la primera vez que tenía un hombre como Justin encima mío... No, era la primera vez que tenía un hombre encima mío. Y para completar estaba casi desnudo.

Él me miraba de una manera intensa que me hacía derretir. Lograba sentir su aroma tan varonil. Su respiración chocaba con la mía y nuestras narices rozaban, haciendo que una oleada de calor se apoderara de mí, ¡su cuerpo era fantástico, por Dios!.

Con el cuerpo de Justin puedes derretir el mismo Polo Norte. Sus músculos tan bien formados, su piel dorada, sus abdominales bien marcados. Me sentía indefensa ante ese cuerpo tan masculino, sentía debilidad y no quería luchar para que se quitara encima mío. Y por lo visto él tampoco. Me miraba con deseo, sus ojos iban desde los míos hasta mis labios. Joder. ¿Acaso este momento no puede ser más caliente?

Su respiración se encontraba agitada al igual que la mía, su cercanía me quemaba.  Mi corazón latía a mil diciendo que me quedara y mi mente decía que escapara de ahí. No sabía qué hacer.

Poco a poco se fue acercando, puedo jurar que llegué a rozar sus labios pero mi mente reaccionó y paré lo que sea qie estuviese sucediendo.

- ¿Qué te pasa, imbécil? Levántate de encima mío. – Dije mosqueada. No podía creer que yo haya caído en sus redes por un momento.

- ¿Yo imbécil? – Dijo con cinismo. – Al menos no soy tan estúpido como tú. – Espetó en un tono burlesco.

- Si yo soy estúpida, tu eres un idiota inmaduro. – Sentencié. Pero curiosamente ninguno de los dos nos separábamos.

Fall - Justin Bieber y Tu. [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora