Marry me

1.2K 96 20
                                    

Rukia y Renji llevaban discutiendo toda la mañana. El pelirrojo le reiteró una y otra vez que al menos debería disculparse con Ichigo, pero ella insistía que no quería volver a verlo. El tenso ambiente se notaba dentro del café, así pues no era una sorpresa la falta de clientes. Rukia acabó por ignorar sus quejas y protestas, simplemente se dedicó a atender a la poca clientela que tenían esa mañana.

—Rukia, te conozco —intentó Renji por otro camino— Te sientes culpable por-

—Tú no lo entiendes.

—¿Entender? ¿Qué hay que entender? —tomó una bocanada de aire, calmándose— Rukia, tenías que haberle dicho la verdad desde el primer día, ahora los dos están sufriendo como tontos.

—No es justo para él —respondió suavemente. Su frente frío derritiéndose poco a poco— Es egoísta y un error.

—Dios Rukia, ¿cómo puedes decir eso?

—Yo le di esperanza, Renji —susurró, su voz rompiéndose un poco hacia el final mientras cerraba sus ojos con fuerza. En un instante, Renji estaba allí, acariciando su pálida mejilla con delicadeza y animándola a mirarle a los ojos. Rukia solo sacudió la cabeza, alejándose de la caricia, abruptamente escondiendo su rostro tras las palmas de sus manos— Sabía las consecuencias... —dijo en un tono apenas perceptible— y aún así... aún así lo hice. Imagina lo que debe pensar de mí ahora...

—Él piensa que es un idiota y que merece que le den un puñetazo en la nariz —una voz familiar interrumpió, haciendo que ambos camareros se paralizaran. De repente, el aire alrededor de ellos se volvió tenso, y mientras Rukia levantaba la cabeza de sus manos para encontrar el origen de la voz, sus movimientos parecían lentos y pesados.

—Ichigo... —murmuró, sus manos cayendo sobre su regazo. Un pequeño brillo apareció en sus ojos violáceos al ver al alto joven parado a varios metros más allá de ella. Una sonrisa triste apareció en los labios del pelinaranja y asintió algo incómodo.

—Ey... —saludó, pausando por un momento antes de dar un paso tímido al frente— ¿Estás bien...? —su voz fue muriendo al final de la corta pregunta, sus ojos desviándose de los violáceos.

El aire se hizo aún más pesado, más incómodo... No habría un final feliz para aquella conversación... aún así Ichigo estaba parado allí. Como si eso fuera a cambiar algo. Como si fuera a conseguir que Rukia se transformara en otra cosa que no fuera una vela que lentamente se derretía.

—¿Te pongo algo Ichigo? —carraspeó Renji, rompiendo la tensa atmósfera entre ellos. Ambos suspiraron.

—Lo de siempre, Renji. Gracias —el pelirrojo asintió, entendiendo enseguida que Ichigo le estaba agradeciendo por algo más que su pedido. Renji se marchó a prepararlo, dejando a los dos a solas y esperando que no fueran a matarse entre ellos o algo peor.

Una vez se fue, Rukia levantó la mirada hacia Ichigo, sus ojos llenos de arrepentimiento por lo que había dicho y hecho. Los ojos de Ichigo la estaban mirando con tal suavidad y comprensión que hacía su pecho sentirse aún más pesado. No podía hacerlo, quería, pero...

Pero.

—Lo siento —susurró Rukia, su voz temblando mientras trataba de contener las lágrimas que hacían picar sus ojos— Debí decírtelo la primera vez que me pediste salir... Pero me gustabas tanto, que no quería lidiar con perder tu compañía. No quería-... No quería que me trataras diferente porque estoy hecha de maldito cristal.

Ichigo se quedó parado ahí, terriblemente atónito por un momento, entonces de repente, estaba cruzando los pocos metros que los separaban. Rukia se tensó sorprendida cuando sintió el par de brazos rodear su figura, acercándola hacia el cuerpo más grande y cálido.

Lo que tenga que ser, seráHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin