Capítulo 1

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Sé que voy a llegar tarde, no tengo la menor duda. El Señor Davis se ha enrollado demasiado en su clase, como siempre, solo que hoy parecía demasiado ensimismado y no hemos podido recordarle que su clase terminaba en punto. Casi veinte minutos después he salido corriendo y he atravesado el campus en dirección al aparcamiento. Mientras corro esquivando a gente que camina tranquilamente a sus quehaceres, trazo un mapa mental. Aunque dado que mi sentido de la orientación en coche es pésimo, decido buscar la ruta más rápida en el GPS de mi teléfono.
Cuando mis padres me regalaron el coche me puse muy contenta, por supuesto, pero todos nos habíamos percatado de que no había sido el mejor regalo. Siempre llego tarde a todos lados, nunca sé en qué parte de Londres me encuentro si me pierdo; a veces he llegado incluso a salir de la ciudad intentando encontrar el lugar al que debía ir. Mamá se empeña en recordarme que mire la ruta siempre antes de salir, que deje de improvisar, como ella lo llama. Y la verdad es que no puedo no darle la razón, aunque nunca le hago caso. No tengo tiempo de mirar el camino que debo seguir para no perderme. No tengo tiempo para despilfarrar de ese modo.

Cuando el GPS me señala la ruta a seguir veo que solo tardaré quince minutos. <<A ver si es verdad>>, pienso. 
Encuentro mi Audi RS Q3, color rojo cereza, y no tardo ni dos minutos en montarme, arrancar y salir disparada del recinto de la universidad. En poco tiempo estoy atravesando High Hoborn, dejo atrás Chancery Lane Station y más adelante giro hacia King Edward Street para llegar a Montague Street. Y creo que todo va genial y que llegaré a tiempo cuando (qué casualidad) hay un atasco justo en esta calle, antes de llegar a la rotonda y seguir hasta London Wall, donde parece ser que ha habido un accidente. Y entonces pienso que debería haberlo supuesto, nunca nada me sale como espero. Debería haber sabido que algo así iba a pasarme. Cuando llegue al restaurante sé que mis padres no me reprocharán nada porque no estaremos solos, pero cuando los padres de Gideon vuelvan a sus mercedes con chóferes me dirán que debo dejar de hacer eso. Y eso significa dejarles en evidencia. Desde que volví a Londres tras finalizar mis estudios tengo que decir que nuestra relación va mucho mejor. Al menos ahora sí puedo decir que parecemos una familia. Mi madre al menos ha dejado las pastillas, tan solo toma aspirinas para el dolor de cabeza y sus migrañas. Mi padre, poco a poco, dejó de ser el mujeriego que era. Un día me senté con él y le puse las cartas sobre la mesa, le dije que no quería seguir siendo su hija si iba a seguir acostándose con mujeres que no fueran su esposa. Y no le estaba pidiendo que se enamorase de mi madre, pero sí que la respetase y que, si no la quería, que le pidiera el divorcio. Pero claro, eso no sería conveniente después de haber salido a flote, después de que nuestro nombre volviera a estar en boca de las empresas más importantes, de los economistas, de todo Londres. <<No podemos permitirnos un titular como ese, Alexia>>, eso fue lo que me dijo. Más tarde añadió: <<He visto cómo ambas estáis intentando solucionar vuestras diferencias y me alegro, y, aunque me cueste más esfuerzo, también quiero que seas mi hija>>. Al fin y al cabo gracias a mí y Gideon todo volvió a restablecerse. Así que le dije que sí, que lo sería si dejaba de ser ese hombre al que no veía nunca por estar acostándose con jovencitas de veinte años. Pareció avergonzado (se lo dije con esas mismas palabras) y me prometió que así sería. Meses más tarde parecía un hombre completamente distinto. Él y mi madre empezaron a tomar decisiones juntos (sobre todo de la empresa que habían comprado entre ellos y los Barnes), pero ahora incluso se reían juntos. Ahora sí parecían un matrimonio. Aunque seguían siendo unos desconocidos en la cama. 

Diecisiete minutos y veinte segundos más tarde el tráfico se reanuda y por fin puedo atravesar la rotonda y llegar a London Wall. Conduzco todo lo rápida que se me permite y finalmente dejo atrás Moorgate y allí veo el restaurante. Angler, uno de los más famosos de Londres. He de decir que me alegré en gordo cuando me dijeron que almorzaríamos aquí, ya que es uno de mis restaurantes preferidos. 

(I'm) Yours: In love?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora