XXIV (Parte 2)

16.6K 1.8K 503
                                    

Mi cabeza daba vueltas, y me queje tomándola en mis manos, gruñí bajo cuando abrí mis ojos, una vela se encontraba descansando en la mesilla de noche, y la ventana estaba abierta, consiguiendo así que una brisa infernal entrar por ella.

Fruncí el ceño, y cuando lo hice volví a quejarme, la habitación aún daba vueltas. Me senté con cuidado y luego analice cada rincón.

Me sobresalte cuando volví a ver la cama, y la mesilla de noche. Negué y volví negar, cerré mis ojos con fuerza y volví a abrirlos.

No podíamos estar en esa casa.

En el preciso momento que decidí gritar, escuche un murmuro. Trate de controlar mi respiración, no estaba sola en ese lugar. Quede callada analizando, y supe que era un canto, una melodía tan baja que apenas podía ser captada, como también un sonido a tabla.

Me puse de pie en silencio, estaba calzada, aproveche la pared para sujetarme sintiendo como el dolor de cabeza iba en aumento, pero trate de ignorarla y tomando la vela, camine a la salida. 

Sabía el recorrido de memoria.

El pasillo se volvió eterno cuando lo cruzaba, y bajaba los escalones con precaución de no hacer el mínimo ruido. Sentí el calor cuando llegue a suelo firme y un agradable arroma. Me acerque lentamente hacía la cocina, escuchando el murmuro de la canción mas pronunciado.

Me acerque al marco y tire la vela al suelo cuando gritó.

—¡Dios, que me has asustado!—exclamo mi padre, recogiendo las papas que se habían caído al suelo.

Yo no grite, solo quede en silencio mientras me adentraba a la cocina, no había hecho falta volver a recoger la vela, puesto que habían tres encendidas sobre la mesa, esta estaba puesta con dos platos y cubiertos a cada extremo.

—Aún esta lloviendo—comentó mientras seguía sumiso cortando las verduras.

Observe como sujetaba algunas ya picadas y caminaba hacía la estufa, la cual estaba encendida, y donde descansaba una olla encima de una posadera sobre el fuego.

—Es estofado—exclamo poniendo las verduras en la olla.

No asentí ni nada, solo lo observe esperando que me diera las respuestas que en verdad quería. Pero el seguía murmurando la canción.

Me senté en la silla, viendo como picaba las verduras y la carne con precisión, dando el mismo camino una y otra vez, hasta la olla en el fuego.

Los minutos pasaban, y podía captar su comodidad preparando la cena. Hasta que en un momento simplemente estalle.

—¿No piensas decirme?—cuestione entre dientes.

La canción se corto, y subió la mirada.—¿Qué quieres saber, cariño?

—¡No me contestes con una maldita pregunta!—grite golpeando la mesa—. ¿Que hacemos en este maldito lugar?

El mayor frunció el ceño, y dejo la cuchilla.

—Tu me has pedido venir aquí, Lara—dijo con simpleza—. Has sido tu, yo solo quise cumplir con lo que querías, mi vida.

—Oh, no—negué rápidamente—. Yo no te he dicho nada, ¡y he quedado malditamente dormida en el coche!

—Por el viaje tan largo—prosiguió, como si mis gritos no lograban nada en su sistema.

—¿Donde están los ancianos?—pregunte frunciendo el ceño.

Se encogió de hombros.—No lo se, hemos entrado por la ventana, cuando llegamos no había nadie.

Asentí, aunque no estaba para nada convencida.

Sh...Es un secreto.Where stories live. Discover now