Muy tarde

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En esa tarde lluviosa le había gritado que se fuera de su vida y que no quería que regresara. En cuanto desapareció, como ella se lo pidió, su gemelo había entrado a la habitación sin entender por qué lloraba. Ella se negaba a responder, no tenía ganas de hablar de Bill justamente con él. Se había mantenido en silencio para acompañarla y abrazarle hasta que se le pasaran las ganas de llorar, y lo hizo después de horas ya que no quería seguir llorando en frente de sus tíos a la hora de cenar. Esa noche no había soñado nada y al día siguiente tampoco lo encontró. No se volvió a aparecer.

Lo único en lo que pensaba era en lo tonta que fue al creer en él, que le había mentido y probablemente lo haya hecho siempre. Todo el cariño que sentía por él se tiñó de odio y desprecio, como lo que sentía por las mentiras. Pero al mismo tiempo estaba depresiva, no solo por sentir que alguien en quien confiaba tanto se burlara de ella por mucho tiempo y ella estuviera defraudada, sino porque lo echaba de menos, verlo y jugar con él se había vuelto algo cotidiano y se sentía extraño no tener un demonio del sueño orgulloso que tuviera alguna propuesta para ella por ahí.

Aun así no planeaba perdonarlo, recordaba una y otra vez la vez que se confesó y luego cuando lo vio -siendo que había dicho que no le gustaba- con Verónica en el parque de diversiones pasándola bien, hasta tenía regalos para la peli fucsia. Se sentía tan irritada, le volvían las ganas de llorar. Odió tanto ese momento, deseaba no haber tenido que presenciarlo. Pero las patas de su dulce mentira habían llegado a su fin y si él se atrevía a regresar lo echaría sin duda alguna.

"Debí haberlo supuesto... Es Bill después de todo... "Una mezcla de sentimientos dolorosos y llenos de enojo la invadieron. ¿Cómo fue a meterse con el más grande mentiroso de la historia? Incluso más que su tío abuelo Stan. Llevó su mano al pecho, estaba latiendo con fuerza. El dolor era insoportable y lo único que deseaba era que parase. Tenía que superarlo, no iba a conseguir nada pensando una y otra vez en él, ya bastante lo había hecho en todo ese día. No tenía más que preocuparse por él, ya lo había echado de su vida y no había vuelta atrás.

Al fin había llegado el fin de ese doloroso día en el que estuvo sumergida en su depresión, había ignorado a su familia, a las llamadas de sus amigas y no quería salir de la cabaña, se la pasaba cuidando su cerdo, bañándolo, cepillándolo, jugando con sus patitas, y aunque él fue tan tierno con sus chillidos ella no sonreía, pues aún estaba pensando en todo lo que había sucedido.

Fue a su habitación sin cenar, se sentía tan bacía que prefería dormir, pero fue sorprendida y perdió el equilibrio cayendo al suelo estrepitosamente cerca de su cama.- Maldición... ¿Quién demonios puso... lo que sea... ahí? - Ella gimió de dolor para lentamente levantarse y mirar con molestia hacia lo que le había hecho tropezar, y de reojo vio algo violeta.- ¿Qué es eso? - Parpadeó y se acomodó para encontrar una bolsa colorida con un moño de decoración. Arqueó una ceja y lo tomó, era bastante grande.

Al abrir la bolsa de regalo abrió sus ojos con sorpresa, había una cabeza de felpa color violeta. Lo tomó con delicadeza y lo sacó de su bolsa para encontrar a aquel gorila de peluche. Mabel lo reconoció al instante ¿Cómo olvidar el peluche que tanto envidio a penas lo vio en los brazos del chico? Lo revisó, su pelaje era suave al tacto, brillante, de gran calidad,  y sus ojos verdes de plástico daban ternura. Siguió buscando en la bolsa y encontró unas gafas con forma de estrellas, ella amaba esas gafas desde el momento en que las vio. Buscó más adentro y había golosinas unidas en forma de un collar, sabía con perfección que se conseguían de esas, en el parque de diversiones.

Sintió sus ojos llenarse de lágrimas, una punzada en el pecho cuando encontró una pequeña tarjeta en el fondo de la bolsa de regalo. Tenía la fecha del día anterior, y en la parte que decía "DE:" había un pequeño triángulo dibujado, y en el "PARA:" Una estrella fugaz. Su labio temblaba al mismo tiempo que el calor subía por sus párpados hasta que las lágrimas rebalsaran. "Sabes que te amo".

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