Tu parte del trato

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Al fin era el día tan esperado de Mabel y la castaña iba junto al albino teniendo una agradable y divertida conversación mientras iban de camino hacia el concierto. Ella estaba vestida con una sudadera rosa con el logo de la banda, un gorro negro con el mismo logo en una estrella, una falda morada y unos zapatos negros con medias blancas como acostumbraba usar. Gideon tenía una camisa negra con un chaleco encima de color turquesa y unos Jeans. Se notaba el entusiasmo de la chica mientras agitaba sus puños en frente suyo y no paraba de sonreír, al chico le encantaba verla así de emocionada y cada vez pensaba en que valía la pena haber gastado tanto dinero por una entrada a un concierto que ni siquiera le interesaba.

-Y escuché que habrá fuegos artificiales – Comentó Gideon mientras Mabel se mordía alegremente su labio inferior.

-Es como si supieran que esta vez estaré yo – Se sujetó del pecho. Él se rio y ella luego le sonrió. – Gracias por aceptar venir conmigo, Gideon, ya comenzaba a creer que me iba a perder si venía sola –

-No es nada, Mabel – Contestó el albino sonriéndole en respuesta hasta chocar contra alguien y caer para atrás. – ¡Auch!... eso dolió – Se quejó mientras se sobaba donde se lastimó.

-Oops que pena, no miraba por donde iba – Respondió el sujeto. Mabel jadeó y miró al que le empujó frunciendo el ceño.

-¿Qué haces TÚ aquí? – Se agachó para ayudar a su amigo sin dejar de mirarle desafiante a aquel rubio que sonreía burlón.

-¿Algún problema? Tú me invitaste a venir contigo, ¿no? – Mabel odió esa sonrisa sínica. Gideon después de escucharle volteó a mirar a Mabel con confusión. Ella tartamudeó con la mirada del albino sobre ella pero luego miró hacia el entrometido.

-¡Eso es mentira! Te dije que...-

-¿Lo conoces, Mabel? – Preguntó Gideon y ella se encogió de hombros con nerviosismo para luego intentar recordar el nombre falso que se inventó para su forma humana.

-Ahh... Ehh... Gideon, él es Valentín, Valentín él es Gideon – Los presentó aun sabiendo que Bill ya lo conocía.

-No me interesa como se llama – Respondió el rubio sin borrar su sonrisa de psicópata, asesinando con la mirada a Gideon. Mabel miró con molestia a Bill y escuchó a Gideon comenzando a molestarse.

-¿Ah sí? Pues a mí tampoco me interesas, oxigenado – Respondió Gideon desafiando con la mirada a aquel rubio quien con el apodo que le puso gruñó comenzando a cerrar sus puños con fuerza. Mabel pateó a Bill en la coronilla, él solo desvió su mirada a la castaña sin gemir de dolor ya que no le había dolido.

-¿Podrías correrte? ¡Estas estorbando! – Tenía el ceño fruncido y sujetaba a Gideon del brazo con su mano izquierda como si estuviera a punto de correr y arrastrarlo con ella. Bill se rio metiendo sus manos dentro de los bolsillos de su jean negro.

-Adelante – Se hizo para un lado y Mabel le miró con los ojos entrecerrados sospechando de tanta libertad.

-Gracias – Respondió sacando pecho. – Vamos Gideon – Comenzaron a caminar hacia adelante cuando de repente escucha a Gideon tropezar y sintiendo como su mano en reflejo lo sujetaba más fuerte. -¡Gideon! – Se sorprendió y luego escuchó a Bill reír.

-¡Ese imbécil me puso el pie! – Se reincorporó rápidamente señalando al rubio. Mabel soltó a Gideon y fue pisando fuerte hacia el demonio quien aún sonreía mirándola acercarse a él. Ella asomó su rostro cerca del suyo pero con una mirada bastante irritada.

-Estas comenzando a molestarme, Bill– Susurró. – Mejor vete y deja de arruinarme esta tarde, porque me estás haciendo enfadar, y si no me haces caso utilizaré el cubo que me dio el tío Ford – Amenazó la chica sintiendo como podía hervir su sangre al ver que él no paraba de sonreír como si todo aquello fuera un simple juego.

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